lunes, 2 de noviembre de 2009

Políticas agrarias del uribismo

Dado que el sector rural es un punto sensible de la economía, cuya esencia es en realidad favorecer la concentración de la propiedad rural en minorías políticas, económicas y de sus aliados narcoterroristas, queremos abundar en mayor información para los lectores. A continuación incluimos un paquete de informaciones para profundizar en el debate.

Como el Senador Jorge Enrique Robledo ha sido un lúcido y profundo crítico de esta política suicida, publicamos a continuación artículos suyos, así como su intervención en el debate del Senado. Lo presentamos en varios videos.

Video 1



Video 2



Video 3



Video 4



Video 5




Video 6



Video 7



Video 8




Y por último, el "escándalo de las barras", como una prueba de que a los uribistas no les gusta nada diferente a que les aplaudan a ellos sus....




Un documento resumen del debate

Las cifras del debate que perdió el gobierno


Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 30 de octubre de 2009.

En el debate sobre “Agro, Ingreso Seguro” (AIS) se demostró que lo que impera en el sector es lo escaso e inseguro del ingreso, salvo para un grupito y, en especial, para los 45 que financiaron con $549 millones la campaña de Álvaro Uribe y que recibieron recursos de AIS por $33.497 millones de pesos. ¡La mejor de las pirámides!

Las cifras y los análisis demostraron el desastre de casi todos en el agro y que AIS se diseñó para que los escasos recursos oficiales se distribuyeran dentro de una concepción plutocrática y de amigotes.

El 65% de los habitantes del campo vive en la pobreza y el 33% en la indigencia. Hubo 2.14 millones desplazados entre 2002 y 2008, período en el que el agro creció menos que el conjunto de la economía (3.29 vs 4.91% promedio anual). El Índice de Gini, que mide la concentración de la propiedad rural, ha empeorado en este gobierno y llegó a 0.875, probablemente el peor del mundo. Están subutilizadas nueve millones de hectáreas con vocación agrícola. El área cultivada cayó de 3.74 a 3.5 millones de hectáreas. El 66% de los que tienen empleo gana menos de un salario mínimo. Las exportaciones agrarias están estancadas, pues pasaron de 4.33 a 4.44 millones de toneladas, mientras que las importaciones, que eran de 6.33 millones de toneladas en 2002, llegaron a 9.8 millones. Y están en pésimas condiciones, entre otros, cafeteros, arroceros, paneleros y lecheros.

Al mismo tiempo, el escaso respaldo oficial al agro se concentra en unos pocos muy poderosos. Según Cega-Uniandes, el 1% se queda con el 71% de los créditos redescontados y con el 64% de la cartera sustituta de Finagro. En 2000, el 1% tomaba el 17.7 de los recursos de ICR y hoy ese mismo porcentaje toma el 45.3%. El 1% se apropia del 45% de los respaldos del Fondo de Garantías y del 58.7% de las garantías pagadas ($630 millones en promedio). De otra parte, el 33% de los ICR (89.900 millones de pesos de 2006) van para palma, el barril de alcohol carburante tiene un costo de 142 dólares y el de gasolina de 58 dólares, alcohol carísimo que, como el diesel de palma, también muy caro, nos obliga el gobierno a consumir.

En cuanto al total de los créditos AIS, 161 usuarios de más de $1.000 millones cada uno absorbieron el 30% de los recursos y 79.474 créditos de menos de $20 millones tomaron el mismo porcentaje. En ICR, 1.108 beneficiarios recibieron la mitad de los recursos, lo mismo que 75.338, y en diez departamentos, 17 beneficiarios concentraron el 45% de los recursos. A Coltabaco-Philips Morris le prestaron $29.587 millones, a cinco ingenios les dieron cinco veces más que al Tolima y dos veces más que a Caldas, y en Cauca un ingenio recibió el 40% de lo correspondiente al departamento. En Bolívar, dos se quedaron con el 73% de los recursos. Y dos empresas de Corficolombiana, que controla el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo, recibieron 6.024 millones de pesos, un tercio del total de todo el Meta.

En el debate se recordaron las denuncias de prensa sobre las familias fuertemente favorecidas con regalos para riego y drenaje, así: una con $6.895 millones, otra con $2.973 millones y una más con $2.429 millones. Y otros $8.210 millones se los repartieron entre cinco.

Esta descarada concentración de los recursos coincide con el escaso respaldo del Estado al agro, como también lo demuestran las cifras: a pesar de la alharaca sobre las “muchas” platas de AIS, lo cierto es que, según el gobierno, el programa apenas apoya un poco más de cien mil proyectos productivos al año, cuando en Colombia hay casi 2.7 millones de productores agropecuarios. En el caso del crédito, otorga menos de 30 mil al año, es decir, solo 30 por municipio.

Entonces, la política agraria debe ser profundamente modificada, empezando por el programa “Agro, ingreso seguro”, cuyo nombre, demagógico y politiquero para servirle a Andrés F. Arias, debe eliminarse. El Estado debe proteger y apoyar en serio toda la producción –empresarial, campesina e indígena–, pero haciendo énfasis en el respaldo a los pequeños y medianos, que son quienes más lo necesitan y de cuyo progreso depende el avance de toda Colombia.


Y su intervención sobre el ETANOL


El del Etanol, un Negocio con Enormes Subsidios e Impuesto a Dedo por el Estado. Ocho millones de colombianos en la indigencia desnudan el fracaso de la política agropecuaria

Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate al ministro de Minas y Energía sobre agrocombustibles y política agropecuaria, Comisión Quinta del Senado, 22 de septiembre de 2009

El gobierno impuso un director de bolsillo en la Federación de Cafeteros. Protesta por el maltrato del ministro de Defensa al presidente del gobierno español. Los arroceros se están quebrando. En Colombia hay ciudadanos de primera y de segunda clase. El del etanol, un negocio altamente subsidiado. Se subsidia a unos pocos y al resto se les deja que se arruinen. El subsidio al etanol no les llega ni a los colonos ni a los corteros. Despidos colectivos en los ingenios del Valle del Cauca. El gobierno embarcó a los paneleros en el alcohol carburante de una manera irresponsable. ¿Cabemos o no todos en este país? El gobierno permite importar leche en polvo cuando hay sobreproducción de leche líquida. Pobreza rural, 65 por ciento. Ocho millones de colombianos en la indigencia. Lo del alcohol carburante fue manejado por el gobierno de manera irresponsable. Colombia tiene perdida la seguridad alimentaria. Con agrocombustibles se abre el dique a mayores importaciones de comida.

Antes de entrar en materia, una cuña, con su venia, señor presidente. El próximo 27 de septiembre, el Polo Democrático Alternativo va a hacer consulta para escoger nuestro candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de mayo del año entrante. Aprovecho para contar que pueden votar polistas y no polistas. Y entre los candidatos, el mejor a mi juicio es el doctor Carlos Gaviria Díaz, un colombiano de unas

El del Etanol, un Negocio con Enormes Subsidios e Impuesto a Dedo por el Estado. Ocho millones de colombianos en la indigencia desnudan el fracaso de la política agropecuaria

Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate al ministro de Minas y Energía sobre agrocombustibles y política agropecuaria, Comisión Quinta del Senado, 22 de septiembre de 2009

El gobierno impuso un director de bolsillo en la Federación de Cafeteros. Protesta por el maltrato del ministro de Defensa al presidente del gobierno español. Los arroceros se están quebrando. En Colombia hay ciudadanos de primera y de segunda clase. El del etanol, un negocio altamente subsidiado. Se subsidia a unos pocos y al resto se les deja que se arruinen. El subsidio al etanol no les llega ni a los colonos ni a los corteros. Despidos colectivos en los ingenios del Valle del Cauca. El gobierno embarcó a los paneleros en el alcohol carburante de una manera irresponsable. ¿Cabemos o no todos en este país? El gobierno permite importar leche en polvo cuando hay sobreproducción de leche líquida. Pobreza rural, 65 por ciento. Ocho millones de colombianos en la indigencia. Lo del alcohol carburante fue manejado por el gobierno de manera irresponsable. Colombia tiene perdida la seguridad alimentaria. Con agrocombustibles se abre el dique a mayores importaciones de comida.

Antes de entrar en materia, una cuña, con su venia, señor presidente. El próximo 27 de septiembre, el Polo Democrático Alternativo va a hacer consulta para escoger nuestro candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de mayo del año entrante. Aprovecho para contar que pueden votar polistas y no polistas. Y entre los candidatos, el mejor a mi juicio es el doctor Carlos Gaviria Díaz, un colombiano de unas calidades excepcionales, por quien invito a mis compatriotas a votar. Carlos Gaviria representa exactamente lo contrario de lo que los colombianos detestan de tanto político. Carlos Gaviria es una persona honrada a toda prueba, un demócrata y un patriota de verdad y, además, un fenómeno político, lo que tiene muy bravos a algunos comentaristas, que mienten y lanzan calumnias contra él. Una persona que sacó 2.600.000 votos en las elecciones de 2006 está capacitada para ser el mejor candidato que pueda aparecer en Colombia en las próximas elecciones para derrotar a Álvaro Uribe o a quien Álvaro Uribe ponga a representarlo.

Lo segundo, repudiar la conducta del señor presidente de la República cuando impuso en la Federación de Cafeteros una terna de uno, lo mismo que está haciendo en la Fiscalía, para hacer nombrar en la Presidencia a Luis Genaro Muñoz. Ese tipo de procedimientos es inaceptable. La Federación es un gremio con cuyos directivos he tenido contradicciones, pero aun así, exijo que se respete el derecho de los miembros a elegir en la dirección a quien quieran y no a quien se le antoje al presidente Uribe. Es el estilo que se emplea con todos los gremios y es lo que explica en buena parte los líos con los recursos parafiscales. Como el gobierno los tiene de la corbata, porque manejan recursos parafiscales, les impone directores de bolsillo, como acaba de ocurrir en la Federación de Cafeteros. Lo repudio enérgicamente, como repudio el chiste flojo hecho hoy por el doctor Gabriel Silva, ministro de Defensa, que maltrata al jefe de gobierno de España. Cómo es posible que el ministro de Defensa de Colombia le grite al presidente del gobierno español, “¡Zapatero, a tus zapatos!” Y todavía peor la disculpa: “Lo que pasa –dice el doctor Silva–, es que yo estoy acostumbrado a hablarles a los campesinos cafeteros”. ¡No, respeten a los cafeteros, que pueden ser pobres, pero son gente muy decente! Además, si se siguen maltratando así las relaciones con los demás países, no sé a donde vayamos a parar. Esta clase de ofensas le hacen daño a Colombia. Necesitamos un gobierno tranquilo en las relaciones internacionales. Hablan todo el día de globalización, pero no son capaces de relacionarse con el mundo. Ahí acaba de hundirse otra vez, cosa que me alegra mucho, el TLC Canadá-Colombia. Lo pusieron en votación en el parlamento de Ottawa y al gobierno le tocó recogerlo porque se le iba a hundir. Crece el repudio en el exterior al gobierno de Álvaro Uribe.

Ciudadanos de primera y de segunda clase

Lo otro es el tema del arroz. No estuve en su despacho, señor ministro, y espero que no se le vaya a ocurrir siquiera plantear que quien no vaya a su despacho es porque no está interesado en los asuntos del agro. Que no se haga creer que aquí los únicos que tienen derecho a opinar son quienes pasen antes por su despacho. Mida lo que afirma, porque el senador Jaramillo está haciendo un reclamo justo. Usted puede echar el cuento que quiera, pero el hecho es que los arroceros se están arruinando y perdiendo los ahorros de toda la vida, una situación que afecta también a los habitantes de las regiones productoras. No puede ser que la agricultura esté tan mal y aquí siga primando la soberbia, eso de que se asusten los senadores, porque aquí está el ministro. Se están quebrando los arroceros colombianos. Ya en el Meta han salido dos veces a bloquear las calles con sus tractores, una prueba de que la gente está desesperada. El ministro aduce que no es culpa de las políticas, sino del ciclo económico. Es otro debate de fondo que tenemos con ustedes los senadores de la oposición sobre cómo manejar el agro, si dejamos que los ciclos arruinen a los productores o si volcamos los recursos del Estado a protegerlos. Vean si en Estados Unidos o el Japón, los gobiernos dejan que los ciclos acaben con el agro. Y vamos a verlo ahora aquí en el caso del alcohol carburante. En Colombia hay unos a quienes el Estado no los deja quebrar y otros a quienes abandona a su suerte, porque aquí aparecieron ciudadanos de primera y de segunda categoría. Si los paneleros y los arroceros se quiebran, el gobierno sale a decir que son unos irresponsables, que no saben de nada, mientras que los dueños de los grandes ingenios productores de alcohol carburante resultan siendo unos ciudadanos de primera clase, a los que el gobierno les arma todo un cuento para que no vayan a perder un centavo.

El contrabando de arroz ¿no es acaso responsabilidad del gobierno nacional? Cómo es eso de que unos delincuentes llenan el país de arroz de contrabando que arruina a los productores colombianos mediante una actividad criminal, y el gobierno nacional se queda con las manos cruzadas. Ahora, nosotros no le estamos hablando solo a usted, ministro. Usted no puede disculparse ante esta Comisión aduciendo que es culpa del general Naranjo o del ministro del Interior. Usted verá a quien le pasa la pelota, pero quien está sentado respondiendo ante esta Comisión en nombre del gobierno es usted, y usted debió haber hecho un escándalo nacional para que ese contrabando no entrara, porque cómo van a competir los productores nacionales con una inundación de arroz incontrolada. Usted sabe muy bien que en los productos agropecuarios, un exceso de oferta, así sea pequeño, hunde los precios. Y más habiendo, como usted sabe que lo hay, un oligopolio de compradores que ha hecho siempre lo que se le da la gana. Son las anomalías que el gobierno nacional no corrige, porque el libre mercado y todo eso, como dicen ustedes. Ese es el debate. Nosotros quisiéramos que no hubiera libre mercado en el arroz, como no lo hay en alcohol carburante. Si hubiera libre mercado, no existiría el negocio del alcohol carburante.

Nosotros le pasamos al ministro de Minas un cuestionario desde el 8 de septiembre, hace más de quince días, sobre asuntos atinentes a este debate, preguntándole en particular cómo fue que subieron y bajaron los precios del alcohol carburante, un fenómeno que aún no se le explica al país. Nunca se supo por qué los precios estaban inflados y cuando les protestó un exdirectivo del Banco de la República, el gobierno corrió a bajarlos, manejando el país en cierto sentido como una tienda. Desde hace dos meses se lo estoy preguntando al ministro Martínez y no he podido que me responda. No entendemos aquí que no vengan los ministros a los debates, que tampoco nos respondan los cuestionarios y que nos manden a un funcionario subalterno a que diga dos o tres cosas.

Y por último, tengo que repudiar también que Xtrata, Glencore y BHP Billinton, unas trasnacionales poderosísimas dueñas de El Cerrejón, estén persiguiendo a los trabajadores del carbón en La Guajira. No se puede aceptar que se lleven el carbón pagándole al país unas regalías insignificantes y gocen de todo tipo de exenciones tributarias, y no les permitan a los trabajadores ni siquiera organizarse en sindicatos. Quisiera haber tratado esta denuncia con el doctor Martínez, que además trabajó con la Exxon quince o veinte años en El Cerrejón.

El del etanol, un negocio altamente subsidiado

Sobre el alcohol carburante, el tema del debate, lo primero que hay que explicarles a los colombianos es que es un negocio de subsidios. Se trata de un hecho que se le oculta cuidadosamente a la opinión pública. Si el alcohol carburante se dejara a lo que el gobierno llama las fuerzas del mercado, a la libre competencia y a la libre empresa, no existiría el negocio. Primero, porque el alcohol carburante colombiano es carísimo, uno de los más caros del mundo. Colombia, 3,38 dólares; Brasil, 2,46, y Estados Unidos, con subsidios, 1,53. No voy a hacer referencia al agrodiesel para no hacerme largo.

Colombia no ha exportado un pocillo de alcohol carburante. ¿Por qué entonces hay negocio de alcohol carburante? Porque un día el gobierno nacional, porque quiso, decidió obligar a los colombianos a echarle alcohol carburante a la gasolina. No es el mercado el que obliga a que eso se haga, porque este alcohol es mucho más caro que la gasolina. Si se le dejara al ciudadano como una opción echarle o no alcohol carburante a los carros, no existiría el negocio, porque sus costos de producción son mayores. Entonces qué es lo que se hace. Que el gobierno nacional dictamina que hay que mezclarlo, con teorías buenas, regulares o malas, esa no es la discusión por ahora. Lo que quiero dejar en claro es que se obligó a los colombianos.

¿Cómo resuelven el problema de la diferencia de los costos entre el alcohol y la gasolina? Lo resuelven quitándole al alcohol los impuestos que sí gravan a la gasolina. Le quitan el IVA, la sobretasa y el global. Ese es el subsidio de que hablo, así el ministro lo niegue ahora. Los huecos que abundan en las calles de la capital tienen que ver con estas medidas, porque una parte grande del subsidio que se les da a los ingenios que producen alcohol carburante es plata que debería ir al Distrito para gastar en pavimentación. El impuesto es la sobretasa. Bueno, y el IVA afecta los recursos públicos de otras maneras. Hay sitios donde no se construye una escuela o no se hace un hospital porque este gravamen no se le está cobrando al alcohol carburante. En resumen, es lo primero que quiero dejar aquí claro, este es un negocio de subsidios. Las cuentas no las dan y son difíciles de hacer, pero calculo que puede estar en 100 ó 120 millones de dólares al año, sin contar los demás subsidios que se les otorgan a los ingenios, por inmensos descuentos tributarios por instalación de las plantas, para importación de equipos, por generación de energía eléctrica, les caben normas de zonas francas, contratos de estabilidad jurídica, ICR, o sea, es un negocio en el que ciertos colombianos son llevados de la mano por el Estado.

Se subsidia a unos pocos y al resto se deja que se arruinen

El ministro dijo que había sobreproducción de azúcar y, en consecuencia, había que inventarse qué hacer con los excedentes. Era entonces mejor consumir el azúcar en Colombia convertida en alcohol carburante y subsidiada por el Estado que seguir vendiendo azúcar a pérdida. Los arroceros, lecheros y paneleros no tuvieron la misma suerte. Ante la sobreoferta, lo que el gobierno les dijo es que no sembraran más arroz y que tumbaran la caña sobrante. A los del azúcar les anuncia en cambio que les van a montar un negocio subsidiado. Argumentan que por el beneficio al medio ambiente. Cuentos. Hay cinco mil estudios que ponen en duda sus beneficios. Nos alegan que el subsidio va a aliviar la suerte de los corteros. Ahora voy a hablar de la situación que viven los corteros.

Quiero dejar una constancia. Yo no me opongo a que el Estado intervenga. Puede incluso que este sea un negocio razonable. Pero yo sí les pido que le expliquen al país el negocio tal cual es, con toda franqueza, y que sobre todo nos expliquen por qué hay gente del agro que recibe un maltrato del Estado y otros un privilegio. El del trigo que se arruine, el del azúcar no. Dejo entonces en claro que la política agraria del gobierno tiene un sesgo que a mí me preocupa. Dependiendo del producto, hay que salvar al productor al costo que sea para el Estado o dejar que se arruinan porque son unos ineficientes, y qué le vamos a hacer.

¿Cómo se están repartiendo la plata del subsidio? Si hay un subsidio tan elevado para cinco grandes ingenios, ¿cómo se distribuye? Es bueno que sepan que una parte muy grande de la caña en el Valle del Cauca no es sembrada por los ingenios, sino unos agricultores dueños o arrendatarios de la tierra y allá denominados colonos, asociados en Procaña. Desde que empezó este negocio, los colonos han estado insistiendo en exigir que les mejoren el precio de la caña. Preguntan por qué en el negocio del alcohol carburante no vamos como debiéramos ir y son los ingenios, los grandes monopolios, los que se quedan con todo el negocio. No se ha podido. Ahí sí no interviene el Estado, que ante ese pleito, hoy en los tribunales, sale a aducir la libre empresa. Ahí yo no me meto –dice– ese es un negocio entre los productores de caña y los ingenios azucareros.

Lo mismo ocurre con los corteros. Supimos el paro grande que hicieron el año pasado. ¿Qué es lo que finalmente piden? Que les suban el sueldo. Y uno se pregunta: con este subsidio tan elevado que están recibiendo los ingenios, ¿por qué no les suben el salario a los trabajadores? Sería sensato. Que si el Estado va a subsidiar, que a todo el mundo le toque algo. No solo a los ingenios, sino también a los corteros. Pues no es así. Aquí se acordarán los más viejos, el senador Jaramillo, que lleva como yo dos períodos, que el ministro nos sacó el argumento de que el subsidio iba a servir para proteger el empleo de las zonas azucareras. Y miren lo que están haciendo hoy los ingenios, mecanizando el corte. Están comprando unas máquinas descomunalmente grandes, me imagino que con el ICR, el descuento tributario, para poder echar a la calle a un número importante de asalariados. De manera que la teoría que aquí nos echaron sobre el estímulo al empleo está seriamente cuestionada, porque lo cierto es que los están despidiendo. Vuelvo y pregunto, ministro. ¿No debiera intervenir el gobierno? Con un desempleo como el que azota al país, con la pobreza en el Valle del Cauca, y van a coger a cientos de corteros y los van a echar a la calle para que los ingenios se ganen unos pesos más. Es la pregunta del millón en todos mis debates: ¿cabemos todos o no en este país? O aquí el punto es ser bien amigo del gobierno y conseguirse un trato de privilegio y los demás que chupen, como se dice coloquialmente.

Es el mismo caso de la leche. Se dice: es que llovió mucho y hay mucha leche. Primero, sobra la leche porque hay mucha miseria, ministro. Si los niños de Colombia tomaran leche, no sobraría un litro. Y segundo, por un factor que ustedes no mencionan y yo sí: estamos importando leche en polvo. ¿Cómo es posible que el gobierno permita importaciones cuando hay excedente? Me va usted a decir que no es mucha, pero usted sabe o debería saber, porque ya lleva un tiempo en el Ministerio, que una importación, así sea relativamente pequeña, tumba los precios. Y peor aún, estamos importando lactosueros, una especie de basura láctea que queda de la producción de quesos y que se importa a muy bajo precio. Aquí se nos replicará que la ley prohíbe mezclar el lactosuero con la leche, pero lo cierto es que hay importaciones. Y agradezcan, lecheros de Colombia, que le tenemos parado al gobierno el TLC, porque o si no, ya estaría arruinada la producción de leche con el régimen de libre importación de lactosueros desde el primer día de vigencia. Fedegan y Analac le advirtieron al gobierno que no se podía firmar. A los lecheros sí se los abandona a su suerte. Que padezcan el ciclo económico, como se dice, unas veces con lluvias y otras sin ellas, unas veces con precios altos y otrlingas con precios bajos. No, ministro, a ustedes los pusieron aquí para que enfrenten los ciclos. Ese es el gran debate.

Pobreza rural, 65 por ciento

El ministro nos presenta un agro perfecto. Pues yo les quiero dar las últimas cifras del gobierno sobre pobreza rural. Ya lleva ocho años el doctor Uribe y quiere otros cuatro. Es lo más curioso del mundo. Como fracasan, hay que reelegirlos. 2008, cifras oficiales, pobreza rural: 65 por ciento. Sesenta y cinco de cada cien habitantes en la zona rural viven en la pobreza. ¿Y saben cuánta es la indigencia? 32 por ciento. Y el ministro nos dice aquí que el agro está muy bien y que él quiere mucho a los campesinos. Yo he llegado a pensar que mucha gente quiere al gobierno, en medio de su confusión, porque han terminado concluyendo que maluco también es bueno. Como no hay plátano, se aprende a comer cáscara de plátano, y se sonríe. Dicen que Colombia es uno de los países más felices del mundo y probablemente sea cierto. Pero están comiendo cáscara de plátano, porque la miseria rural es espantosa.

Toco el tema de la panela. No sé cuantas veces haya hecho yo aquí este debate. Lo repetí en la zona del río Suárez ante una asamblea de más de mil paneleros. Les dije, ojo con lo del alcohol carburante, que el gobierno lo está manejando de manera irresponsable. La primera vez que habla el doctor Uribe de agrocombustibles es un 20 de julio, creo que del segundo año de gobierno. Promete alcohol carburante para los ingenios azucareros del Valle del Cauca. Y después arrancan a hacer demagogia diciendo que se iba a producir alcohol carburante en toda Colombia. En un pueblo a seis horas al sur de Neiva, allá en su tierra, senador Artunduaga, vinieron a contarme unos campesinos, senador, ya hemos sembrado harta caña, ¿pero ahora cómo montamos la planta de alcohol carburante? ¡Cómo así que el doctor Uribe va a todas partes a inaugurar lo que sea y nada importa! Llevo cinco años advirtiendo que el tema de la panela debe manejarse con absoluta responsabilidad para evitar la sobreproducción, porque a raíz de la crisis del café, mucha gente se pasó a la panela. Nadie habla por los paneleros en Colombia y el gobierno permite de una manera irresponsable que se traslade a la panela cuanto arruinado haya. Pues el gobierno se fue a hacer demagogia a la hoya del río Suárez para que se montara la destilería. Yo aquí hice la ironía. Dije que el doctor Uribe ponía tantas primeras piedras de esos ingenios, que lo que iban a terminar poniendo era una cantera. La situación actual es responsabilidad del Estado. ¡Cómo no van a ser responsabilidad del Estado unos campesinos que no tienen acceso a la literatura económica ni a la información, gente sencilla del común! ¿No es responsabilidad de los ministros y viceministros explicarles, educarlos, ayudarles?

Expliqué con cifras en la mano y muchas veces que las destilerías en la hoya del río Suárez no eran competititivas frente a los grandes ingenios del Valle del Cauca. Es la realidad, ministro, a no ser que ustedes subsidien a los del río Suárez, pero es lo que tampoco hacen. Es caña de ladera contra caña de tierra plana, monopolios contra pequeña producción, alta tecnología contra producción casi artesanal, ¿y son competitivos? Son puntos que yo he explicado aquí y el gobierno no puede alegar que no las sabe. Y siguen derritiendo azúcar. No se ha acabado con los derretideros.

Colombia tiene perdida la seguridad alimentaria

Y entre otras cosas, ¿por qué hay tanto cultivo de caña de azúcar en el Valle del Cauca? Porque como dedicaron al país a importar maíz, soya, algodón, sorgo, de todo lo que se producía en el Valle del Cauca, todo el mundo se tuvo que meter a la caña, senador Reyes, no hay otra alternativa distinta. Es el conjunto de la política agropecuaria lo que está fallando. Y vienen importaciones de jarabe de maíz y edulcorantes sintéticos e incluso están llegando importaciones de azúcar. La política agropecuaria debe ser vista en conjunto y yo no le voy a aceptar, ministro, que la coja y la parta en pedacitos. Todo se ve afectado por las medidas. La primera pregunta que le hago es por qué hay tanta caña sembrada en el Valle del Cauca. Por qué no hay maíz en esas tierras de primerísima calidad, mientras que importamos tres millones de toneladas.

Estamos importando diez millones de toneladas de comida y el ministro nos dice que está muy bien el agro. Informa que sobran algo así como cuatro y medio millones de hectáreas. A mi juicio, sobran seis. Pero lo que no explica es por qué con tanta tierra sobrante, estamos importando diez millones de toneladas de alimentos. ¿Por qué no producimos ahí el maíz y el trigo y la cebada que se están importando? Cuando ustedes aquí siguen afirmando que en Colombia no se puede sembrar trigo, en países como Australia vienen investigando cómo sembrar trigo en tierras más bien secas. Desarrollemos la ciencia y la tecnología, eso es lo que hay que hacer.

¿Qué no está perdida la seguridad alimentaria? Sí está perdida. Si en Colombia desaparecieran hoy las importaciones de trigo, no habría pan ni habría pastas. Las de maíz, no habría arepas pero tampoco pollos ni cerdos. Las de cebada, no habría cerveza, que de una u otra manera también es un alimento. Y eso que no ha llegado el TLC. Si algo ha fracasado en este gobierno es la política agraria. Casi se doblaron las importaciones de productos agropecuarios durante el gobierno de Álvaro Uribe, y nos dicen que quieren mucho a los campesinos. Y la indigencia aumentó, lo aclara Planeación Nacional, es decir, ustedes mismos, porque subieron los precios de los alimentos.

En la Comisión Quinta nos echaron ustedes el cuento de que era muy bueno importar la comida porque así se garantizaba que fuera barata. ¡Nada les importaba a ustedes que se arruinaran nuestros campesinos y nuestros empresarios con tal que llegara comida barata! Y resulta que se dispararon los precios internacionales de los alimentos y hay ocho millones de colombianos en la indigencia por culpa de la política oficial. Lo increíble es que fuera un ministro el ejecutor en buena medida de todo este desastre, un ministro que sale dizque de candidato a la Presidencia de la República, con este desastre. Y un viceministro al que ahora se sube a ministro. Qué tal. Qué es lo que les premian. Ahora el ministro me sacará unas cuentas mostrando que le dieron tres pesos al uno, cuatro pesos al otro. Pero aquí hay pruebas reinas. Estamos importando diez millones de toneladas de comida en un país en el que hay tierra de sobra, lo reconoce el mismo ministro, y agua de sobra y agricultores de sobra. Báilenme ese trompo en la uña. Y el gran negocio que nos están vendiendo es el del alcohol carburante, un negocio de subsidios. Que como hay tantas hectáreas de sobra, no importa cómo se utilicen, es en cierto sentido lo que arguye el ministro. Yo le replico: esas tierras que no se están utilizando bien deberían estar produciendo la comida que hoy se está importando, un razonamiento absolutamente elemental. Y el Ministro nos aduce: no, hay que producir alcohol carburante. Y en seguida nos echa el cuento de que producir agrocombustibles en otros países sí es malo, pero en Colombia no. Esa tesis, bastante parroquial, no figura en la literatura económica en ninguna parte. Tampoco la convalidan ni la ONU ni la OEA ni el Fondo Monetario Internacional, ni nadie. Y no lo pueden hacer porque no es cierta. Así haya tierra, la tierra sobra en términos relativos, porque si yo la meto a producir agrocombustibles, empiezo a competir por todos los recursos. Los agrocombustibles también compiten por el recurso crédito, deficitario en Colombia. Una parte grande de la comida no se está produciendo en Colombia porque el crédito se está yendo para los agrocombustibles, que también compiten por mano de obra. Pregúnteles a los cafeteros, ministro, y ellos le dirán que tienen con los palmeros un problema de competencia por los jornales. Usted sabe que es así. Entonces no me diga que no importa producir agrocombustibles, porque sí importa. Y ese es un debate que hay que desarrollar con toda la seriedad.

Antes de que usted fuera ministro, hice yo aquí un debate muy detallado sobre el asunto de los agrocombustibles. Y entre las citas que traje, leí un análisis del consejero económico y director del Departamento de Estudios del FMI, que no es el del Polo, el señor Simon Johnson. El alto funcionario explica con todo detalle por qué los precios de los agrocombustibles encarecen los alimentos, generan inflación y cómo la inflación golpea más a los países pobres, cómo la materia prima pesa mucho más en los precios de los alimentos, cómo la inflación exige políticas restrictivas, es decir, sube la tasa de interés, cómo todo eso termina afectando la tasa de cambio por la venida de dólares desde el exterior, y revalúa la moneda y afecta la competitividad de la producción. Lo expliqué ese día con todo detalle. No voy a repetir el cuento aquí porque me vuelvo muy largo. Pero eso es lo que explica el FMI, y ustedes nos dicen que aquí no pasa nada. No, aquí si pasa. Y con el agrodiesel va a ocurrir lo mismo.

Se abre el dique a mayores importaciones de comida

Quiero mencionar un último hecho, a mi juicio probablemente lo más grave de todo. Esto de los agrocombustibles se volvió la tabla de salvación para no mostrar un desastre agrario mayor. ¿Se imaginan cómo serían las cifras si no estuvieran las hectáreas sembradas de palma para agrocombustibles, ni las de caña de azúcar? Esto de los agrocombustibles es en últimas una política absurda en un país como Colombia, así en otro pueda tener alguna sensatez. Es una estrategia para poder abrirles camino a las importaciones de comida. Es la manera como pueden ocultar que estamos importando diez millones de toneladas de alimentos. Es así como están preparando al país para una mayor avalancha de productos importados. Ojo, arroceros. No solo está el contrabando, nos viene encima el TLC. El gobierno se empeña en imponerlo y van a inundar el país de arroz importando y los van a arruinar a todos ustedes. Eso está sabido desde hace mucho rato. Entonces el gobierno les dice, pásense para el alcohol carburante, que no es alimento, pásense para la palma, un negocio montado sobre subsidios. Es que esto no es asunto de menor cuantía. Lo que está en juego es el alimento, ministro. Si en el mundo estalla hoy una guerra mundial y se rompen las líneas de abastecimiento con Europa y con Estados Unidos, Colombia queda abocada a una hambruna. Los alimentos que queden podrían ser relativamente suficientes, pero habría un disparo de los precios tal que los pobres se morirían de hambre. El ministro, como gran cosa, dice que aquí producimos el ochenta por ciento de los alimentos. Y qué pasa si falta el veinte. ¿Y no son los alimentos fundamentales los que estamos importando? Porque aquí entonces el ministro nos va a meter en el mismo saco arracacha y trigo, ñame y arroz, o ñame y leche, o ñame y carne de cerdo. No, tampoco puede ser así la cosa. Esta política de agrocombustibles, que tiene tanto qué discutirle, tanto que calibrar, tanto que pensar, tiene unos fundamentos absolutamente deteriorados.

Insisto en mi preocupación principal: por qué aquí hay unos que tienen corona. Ahora, si la tuvieran en un producto en el que fuéramos competitivos, todavía, pero en agrocombustibles no somos competitivos. Ustedes todo el día lo atosigan a uno con que hay que ser competitivos y al país lo quieren especializar en productos agrarios en los que no somos competitivos a escala global y hasta con un dejo de irresponsabilidad, que ya denuncié. Quedó siendo obligatorio consumir en Colombia alcohol carburante y agrodiesel, incluso si es importado, senador Reyes. Aquí podríamos terminar en un absurdo todavía peor, y es que esta mezcla de combustible se terminara haciendo con alcohol de origen vegetal e ¡importado! Así es de absurda la política agraria colombiana.

Y un último punto. Otro día haremos el debate, pero quiero expresar desde ya mi más absoluto rechazo a esa idea absurda, ministro, en la que andan ustedes de venderles las tierras de Colombia a los extranjeros, o por lo menos una parte inmensa. Y andan vendiendo este país. El mundo está cerca de una crisis alimentaria, ya hubo un susto el año pasado. Ahí están bregando a comprar un millón de hectáreas unos extranjeros en Madagascar, aprovechándose de la pobreza de los africanos. La están comprando para producir comida en Madagascar y llevársela parar China, para Corea, o para donde sea. Aquí vamos a terminar vendiéndole las tierras del país a los extranjeros para que el día de mañana los extranjeros se lleven la comida que nos hace falta a los colombianos.

Miren ustedes la gravedad del asunto. Supóngase que un extranjero compra todas las tierras agrícolas de Colombia, para exagerar, y todo lo exporta. Con el TLC, Colombia no podría obligarlo a que dejara esa producción en el país, así hubiera un hambruna. Lo máximo que podríamos hacer es comprarle a precios del mercado. Y lo otro, a qué precios se va a ir la tierra si sigue esta especulación inmobiliaria con el suelo. La inflación de los suelos agrarios es uno de los problemas más graves. Ningún negocio agrícola da como debiera porque las tierras terminaron en cierto sentido con precios de mafioso. Y claro, hay tres o cuatro que se alegran muchísimo, senador Jaramillo, porque se están enriqueciendo con sus tierras, pero cómo se puede hacer agricultura con esos precios. A cómo se va a ir el precio del suelo si se lo empiezan a vender a los extranjeros y cuáles son las repercusiones de esa medida. Qué va a pasar con nuestros campesinos, con nuestros empresarios. El país se nos ha ido llenando de tierras que sólo sirven para negocios en buena medida de mafiosos o de especuladores. La persona a la que le sobra una plata decide comprar una tierra, no para producir en ella, sino para poner por ahí tres o cuatro vacas, pagar un mayordomo y esperar la valorización del suelo. Pero con tierra a esos precios no se puede hacer agricultura, porque se quiebra el agricultor.

El problema no es si le dieron diez pesos al uno o al otro. Aquí tenemos un problema estructural de fondo. El Gini de distribución de la tierra es uno de los peores del mundo. ¡Del mundo! No es un asunto de poca monta. Si nuestro campesinos se siguen muriendo de hambre, yo les pregunto a los productores urbanos, a los industriales, a quién le venden sus productos. Si nuestros campesinos se siguen muriendo de hambre, a quién se les venden las telas. Si los campesinos de la leche se siguen muriendo de hambre, a quién le venden los paneleros las panelas. Aquí hay un debate de fondo. Y el negocio de los agrocombustibles es en buena medida la punta del iceberg de lo mal que se maneja esto. Hay unos tres o cuatro que ganan, de eso no me cabe la menor duda. Pero porque un solo renglón crece ¿entonces ya todo está bien? No, ministro, el problema es bastante más complejo de lo que usted está planteando. Hay que interrelacionar un montón de cosas, pero al final el problema de fondo es que llevamos ocho años con el doctor Uribe en la Presidencia de la República y la indigencia rural es del 32 por ciento, y sigue subiendo. En los tres mejores años de la economía nacional en mucho tiempo, no por las hazañas de este gobierno, sino por los influjos de la economía mundial, creció la economía a tasas relativamente importantes. Y en ese mismo tiempo, aumentó la indigencia, junto con la concentración de la riqueza.

A los colombianos que nos oyen estos debates tenemos que decirles que, si se fijan y ponen cuidado, aquí estamos haciendo debates serios, de fondo. Qué hacemos con el agro. No producimos maíz en Colombia porque los gringos lo producen subsidiado más barato y eso al gobierno no le importa. Como no le importa si mañana llega el TLC y se acaba también la producción de leche en Colombia, porque son más baratas la gringa y la europea, y esta sí que es bien barata. Ahí vieron en estos días las fotos en El Tiempo. En Europa hay carrotanques votando leche, y el gobierno está firmando un TLC con Europa que nos va meter aquí esa leche sobrante. Muy mala la política, en resumen. Les hago un llamado cordial a los senadores uribistas. Sé que ustedes aquí no van a decir que están de acuerdo conmigo y menos en público, pero sí que por lo menos en privado pongan este tema. Qué vamos a hacer con este desastre. Ahí están los hechos. Usted sale y reparte unos centavos, ministro, y habrá gente que se ponga contenta. A un campesino bien pobre van y le dan un peso, imagínese la felicidad. Pero esto es mucho más complicado.

Hay que cambiar al país.

El del Etanol, un Negocio con Enormes Subsidios e Impuesto a Dedo por el Estado. Ocho millones de colombianos en la indigencia desnudan el fracaso de la política agropecuaria

Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate al ministro de Minas y Energía sobre agrocombustibles y política agropecuaria, Comisión Quinta del Senado, 22 de septiembre de 2009

El gobierno impuso un director de bolsillo en la Federación de Cafeteros. Protesta por el maltrato del ministro de Defensa al presidente del gobierno español. Los arroceros se están quebrando. En Colombia hay ciudadanos de primera y de segunda clase. El del etanol, un negocio altamente subsidiado. Se subsidia a unos pocos y al resto se les deja que se arruinen. El subsidio al etanol no les llega ni a los colonos ni a los corteros. Despidos colectivos en los ingenios del Valle del Cauca. El gobierno embarcó a los paneleros en el alcohol carburante de una manera irresponsable. ¿Cabemos o no todos en este país? El gobierno permite importar leche en polvo cuando hay sobreproducción de leche líquida. Pobreza rural, 65 por ciento. Ocho millones de colombianos en la indigencia. Lo del alcohol carburante fue manejado por el gobierno de manera irresponsable. Colombia tiene perdida la seguridad alimentaria. Con agrocombustibles se abre el dique a mayores importaciones de comida.

Antes de entrar en materia, una cuña, con su venia, señor presidente. El próximo 27 de septiembre, el Polo Democrático Alternativo va a hacer consulta para escoger nuestro candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de mayo del año entrante. Aprovecho para contar que pueden votar polistas y no polistas. Y entre los candidatos, el mejor a mi juicio es el doctor Carlos Gaviria Díaz, un colombiano de unas calidades excepcionales, por quien invito a mis compatriotas a votar. Carlos Gaviria representa exactamente lo contrario de lo que los colombianos detestan de tanto político. Carlos Gaviria es una persona honrada a toda prueba, un demócrata y un patriota de verdad y, además, un fenómeno político, lo que tiene muy bravos a algunos comentaristas, que mienten y lanzan calumnias contra él. Una persona que sacó 2.600.000 votos en las elecciones de 2006 está capacitada para ser el mejor candidato que pueda aparecer en Colombia en las próximas elecciones para derrotar a Álvaro Uribe o a quien Álvaro Uribe ponga a representarlo.

Lo segundo, repudiar la conducta del señor presidente de la República cuando impuso en la Federación de Cafeteros una terna de uno, lo mismo que está haciendo en la Fiscalía, para hacer nombrar en la Presidencia a Luis Genaro Muñoz. Ese tipo de procedimientos es inaceptable. La Federación es un gremio con cuyos directivos he tenido contradicciones, pero aun así, exijo que se respete el derecho de los miembros a elegir en la dirección a quien quieran y no a quien se le antoje al presidente Uribe. Es el estilo que se emplea con todos los gremios y es lo que explica en buena parte los líos con los recursos parafiscales. Como el gobierno los tiene de la corbata, porque manejan recursos parafiscales, les impone directores de bolsillo, como acaba de ocurrir en la Federación de Cafeteros. Lo repudio enérgicamente, como repudio el chiste flojo hecho hoy por el doctor Gabriel Silva, ministro de Defensa, que maltrata al jefe de gobierno de España. Cómo es posible que el ministro de Defensa de Colombia le grite al presidente del gobierno español, “¡Zapatero, a tus zapatos!” Y todavía peor la disculpa: “Lo que pasa –dice el doctor Silva–, es que yo estoy acostumbrado a hablarles a los campesinos cafeteros”. ¡No, respeten a los cafeteros, que pueden ser pobres, pero son gente muy decente! Además, si se siguen maltratando así las relaciones con los demás países, no sé a donde vayamos a parar. Esta clase de ofensas le hacen daño a Colombia. Necesitamos un gobierno tranquilo en las relaciones internacionales. Hablan todo el día de globalización, pero no son capaces de relacionarse con el mundo. Ahí acaba de hundirse otra vez, cosa que me alegra mucho, el TLC Canadá-Colombia. Lo pusieron en votación en el parlamento de Ottawa y al gobierno le tocó recogerlo porque se le iba a hundir. Crece el repudio en el exterior al gobierno de Álvaro Uribe.

Ciudadanos de primera y de segunda clase

Lo otro es el tema del arroz. No estuve en su despacho, señor ministro, y espero que no se le vaya a ocurrir siquiera plantear que quien no vaya a su despacho es porque no está interesado en los asuntos del agro. Que no se haga creer que aquí los únicos que tienen derecho a opinar son quienes pasen antes por su despacho. Mida lo que afirma, porque el senador Jaramillo está haciendo un reclamo justo. Usted puede echar el cuento que quiera, pero el hecho es que los arroceros se están arruinando y perdiendo los ahorros de toda la vida, una situación que afecta también a los habitantes de las regiones productoras. No puede ser que la agricultura esté tan mal y aquí siga primando la soberbia, eso de que se asusten los senadores, porque aquí está el ministro. Se están quebrando los arroceros colombianos. Ya en el Meta han salido dos veces a bloquear las calles con sus tractores, una prueba de que la gente está desesperada. El ministro aduce que no es culpa de las políticas, sino del ciclo económico. Es otro debate de fondo que tenemos con ustedes los senadores de la oposición sobre cómo manejar el agro, si dejamos que los ciclos arruinen a los productores o si volcamos los recursos del Estado a protegerlos. Vean si en Estados Unidos o el Japón, los gobiernos dejan que los ciclos acaben con el agro. Y vamos a verlo ahora aquí en el caso del alcohol carburante. En Colombia hay unos a quienes el Estado no los deja quebrar y otros a quienes abandona a su suerte, porque aquí aparecieron ciudadanos de primera y de segunda categoría. Si los paneleros y los arroceros se quiebran, el gobierno sale a decir que son unos irresponsables, que no saben de nada, mientras que los dueños de los grandes ingenios productores de alcohol carburante resultan siendo unos ciudadanos de primera clase, a los que el gobierno les arma todo un cuento para que no vayan a perder un centavo.

El contrabando de arroz ¿no es acaso responsabilidad del gobierno nacional? Cómo es eso de que unos delincuentes llenan el país de arroz de contrabando que arruina a los productores colombianos mediante una actividad criminal, y el gobierno nacional se queda con las manos cruzadas. Ahora, nosotros no le estamos hablando solo a usted, ministro. Usted no puede disculparse ante esta Comisión aduciendo que es culpa del general Naranjo o del ministro del Interior. Usted verá a quien le pasa la pelota, pero quien está sentado respondiendo ante esta Comisión en nombre del gobierno es usted, y usted debió haber hecho un escándalo nacional para que ese contrabando no entrara, porque cómo van a competir los productores nacionales con una inundación de arroz incontrolada. Usted sabe muy bien que en los productos agropecuarios, un exceso de oferta, así sea pequeño, hunde los precios. Y más habiendo, como usted sabe que lo hay, un oligopolio de compradores que ha hecho siempre lo que se le da la gana. Son las anomalías que el gobierno nacional no corrige, porque el libre mercado y todo eso, como dicen ustedes. Ese es el debate. Nosotros quisiéramos que no hubiera libre mercado en el arroz, como no lo hay en alcohol carburante. Si hubiera libre mercado, no existiría el negocio del alcohol carburante.

Nosotros le pasamos al ministro de Minas un cuestionario desde el 8 de septiembre, hace más de quince días, sobre asuntos atinentes a este debate, preguntándole en particular cómo fue que subieron y bajaron los precios del alcohol carburante, un fenómeno que aún no se le explica al país. Nunca se supo por qué los precios estaban inflados y cuando les protestó un exdirectivo del Banco de la República, el gobierno corrió a bajarlos, manejando el país en cierto sentido como una tienda. Desde hace dos meses se lo estoy preguntando al ministro Martínez y no he podido que me responda. No entendemos aquí que no vengan los ministros a los debates, que tampoco nos respondan los cuestionarios y que nos manden a un funcionario subalterno a que diga dos o tres cosas.

Y por último, tengo que repudiar también que Xtrata, Glencore y BHP Billinton, unas trasnacionales poderosísimas dueñas de El Cerrejón, estén persiguiendo a los trabajadores del carbón en La Guajira. No se puede aceptar que se lleven el carbón pagándole al país unas regalías insignificantes y gocen de todo tipo de exenciones tributarias, y no les permitan a los trabajadores ni siquiera organizarse en sindicatos. Quisiera haber tratado esta denuncia con el doctor Martínez, que además trabajó con la Exxon quince o veinte años en El Cerrejón.

El del etanol, un negocio altamente subsidiado

Sobre el alcohol carburante, el tema del debate, lo primero que hay que explicarles a los colombianos es que es un negocio de subsidios. Se trata de un hecho que se le oculta cuidadosamente a la opinión pública. Si el alcohol carburante se dejara a lo que el gobierno llama las fuerzas del mercado, a la libre competencia y a la libre empresa, no existiría el negocio. Primero, porque el alcohol carburante colombiano es carísimo, uno de los más caros del mundo. Colombia, 3,38 dólares; Brasil, 2,46, y Estados Unidos, con subsidios, 1,53. No voy a hacer referencia al agrodiesel para no hacerme largo.

Colombia no ha exportado un pocillo de alcohol carburante. ¿Por qué entonces hay negocio de alcohol carburante? Porque un día el gobierno nacional, porque quiso, decidió obligar a los colombianos a echarle alcohol carburante a la gasolina. No es el mercado el que obliga a que eso se haga, porque este alcohol es mucho más caro que la gasolina. Si se le dejara al ciudadano como una opción echarle o no alcohol carburante a los carros, no existiría el negocio, porque sus costos de producción son mayores. Entonces qué es lo que se hace. Que el gobierno nacional dictamina que hay que mezclarlo, con teorías buenas, regulares o malas, esa no es la discusión por ahora. Lo que quiero dejar en claro es que se obligó a los colombianos.

¿Cómo resuelven el problema de la diferencia de los costos entre el alcohol y la gasolina? Lo resuelven quitándole al alcohol los impuestos que sí gravan a la gasolina. Le quitan el IVA, la sobretasa y el global. Ese es el subsidio de que hablo, así el ministro lo niegue ahora. Los huecos que abundan en las calles de la capital tienen que ver con estas medidas, porque una parte grande del subsidio que se les da a los ingenios que producen alcohol carburante es plata que debería ir al Distrito para gastar en pavimentación. El impuesto es la sobretasa. Bueno, y el IVA afecta los recursos públicos de otras maneras. Hay sitios donde no se construye una escuela o no se hace un hospital porque este gravamen no se le está cobrando al alcohol carburante. En resumen, es lo primero que quiero dejar aquí claro, este es un negocio de subsidios. Las cuentas no las dan y son difíciles de hacer, pero calculo que puede estar en 100 ó 120 millones de dólares al año, sin contar los demás subsidios que se les otorgan a los ingenios, por inmensos descuentos tributarios por instalación de las plantas, para importación de equipos, por generación de energía eléctrica, les caben normas de zonas francas, contratos de estabilidad jurídica, ICR, o sea, es un negocio en el que ciertos colombianos son llevados de la mano por el Estado.

Se subsidia a unos pocos y al resto se deja que se arruinen

El ministro dijo que había sobreproducción de azúcar y, en consecuencia, había que inventarse qué hacer con los excedentes. Era entonces mejor consumir el azúcar en Colombia convertida en alcohol carburante y subsidiada por el Estado que seguir vendiendo azúcar a pérdida. Los arroceros, lecheros y paneleros no tuvieron la misma suerte. Ante la sobreoferta, lo que el gobierno les dijo es que no sembraran más arroz y que tumbaran la caña sobrante. A los del azúcar les anuncia en cambio que les van a montar un negocio subsidiado. Argumentan que por el beneficio al medio ambiente. Cuentos. Hay cinco mil estudios que ponen en duda sus beneficios. Nos alegan que el subsidio va a aliviar la suerte de los corteros. Ahora voy a hablar de la situación que viven los corteros.

Quiero dejar una constancia. Yo no me opongo a que el Estado intervenga. Puede incluso que este sea un negocio razonable. Pero yo sí les pido que le expliquen al país el negocio tal cual es, con toda franqueza, y que sobre todo nos expliquen por qué hay gente del agro que recibe un maltrato del Estado y otros un privilegio. El del trigo que se arruine, el del azúcar no. Dejo entonces en claro que la política agraria del gobierno tiene un sesgo que a mí me preocupa. Dependiendo del producto, hay que salvar al productor al costo que sea para el Estado o dejar que se arruinan porque son unos ineficientes, y qué le vamos a hacer.

¿Cómo se están repartiendo la plata del subsidio? Si hay un subsidio tan elevado para cinco grandes ingenios, ¿cómo se distribuye? Es bueno que sepan que una parte muy grande de la caña en el Valle del Cauca no es sembrada por los ingenios, sino unos agricultores dueños o arrendatarios de la tierra y allá denominados colonos, asociados en Procaña. Desde que empezó este negocio, los colonos han estado insistiendo en exigir que les mejoren el precio de la caña. Preguntan por qué en el negocio del alcohol carburante no vamos como debiéramos ir y son los ingenios, los grandes monopolios, los que se quedan con todo el negocio. No se ha podido. Ahí sí no interviene el Estado, que ante ese pleito, hoy en los tribunales, sale a aducir la libre empresa. Ahí yo no me meto –dice– ese es un negocio entre los productores de caña y los ingenios azucareros.

Lo mismo ocurre con los corteros. Supimos el paro grande que hicieron el año pasado. ¿Qué es lo que finalmente piden? Que les suban el sueldo. Y uno se pregunta: con este subsidio tan elevado que están recibiendo los ingenios, ¿por qué no les suben el salario a los trabajadores? Sería sensato. Que si el Estado va a subsidiar, que a todo el mundo le toque algo. No solo a los ingenios, sino también a los corteros. Pues no es así. Aquí se acordarán los más viejos, el senador Jaramillo, que lleva como yo dos períodos, que el ministro nos sacó el argumento de que el subsidio iba a servir para proteger el empleo de las zonas azucareras. Y miren lo que están haciendo hoy los ingenios, mecanizando el corte. Están comprando unas máquinas descomunalmente grandes, me imagino que con el ICR, el descuento tributario, para poder echar a la calle a un número importante de asalariados. De manera que la teoría que aquí nos echaron sobre el estímulo al empleo está seriamente cuestionada, porque lo cierto es que los están despidiendo. Vuelvo y pregunto, ministro. ¿No debiera intervenir el gobierno? Con un desempleo como el que azota al país, con la pobreza en el Valle del Cauca, y van a coger a cientos de corteros y los van a echar a la calle para que los ingenios se ganen unos pesos más. Es la pregunta del millón en todos mis debates: ¿cabemos todos o no en este país? O aquí el punto es ser bien amigo del gobierno y conseguirse un trato de privilegio y los demás que chupen, como se dice coloquialmente.

Es el mismo caso de la leche. Se dice: es que llovió mucho y hay mucha leche. Primero, sobra la leche porque hay mucha miseria, ministro. Si los niños de Colombia tomaran leche, no sobraría un litro. Y segundo, por un factor que ustedes no mencionan y yo sí: estamos importando leche en polvo. ¿Cómo es posible que el gobierno permita importaciones cuando hay excedente? Me va usted a decir que no es mucha, pero usted sabe o debería saber, porque ya lleva un tiempo en el Ministerio, que una importación, así sea relativamente pequeña, tumba los precios. Y peor aún, estamos importando lactosueros, una especie de basura láctea que queda de la producción de quesos y que se importa a muy bajo precio. Aquí se nos replicará que la ley prohíbe mezclar el lactosuero con la leche, pero lo cierto es que hay importaciones. Y agradezcan, lecheros de Colombia, que le tenemos parado al gobierno el TLC, porque o si no, ya estaría arruinada la producción de leche con el régimen de libre importación de lactosueros desde el primer día de vigencia. Fedegan y Analac le advirtieron al gobierno que no se podía firmar. A los lecheros sí se los abandona a su suerte. Que padezcan el ciclo económico, como se dice, unas veces con lluvias y otras sin ellas, unas veces con precios altos y otras con precios bajos. No, ministro, a ustedes los pusieron aquí para que enfrenten los ciclos. Ese es el gran debate.

Pobreza rural, 65 por ciento

El ministro nos presenta un agro perfecto. Pues yo les quiero dar las últimas cifras del gobierno sobre pobreza rural. Ya lleva ocho años el doctor Uribe y quiere otros cuatro. Es lo más curioso del mundo. Como fracasan, hay que reelegirlos. 2008, cifras oficiales, pobreza rural: 65 por ciento. Sesenta y cinco de cada cien habitantes en la zona rural viven en la pobreza. ¿Y saben cuánta es la indigencia? 32 por ciento. Y el ministro nos dice aquí que el agro está muy bien y que él quiere mucho a los campesinos. Yo he llegado a pensar que mucha gente quiere al gobierno, en medio de su confusión, porque han terminado concluyendo que maluco también es bueno. Como no hay plátano, se aprende a comer cáscara de plátano, y se sonríe. Dicen que Colombia es uno de los países más felices del mundo y probablemente sea cierto. Pero están comiendo cáscara de plátano, porque la miseria rural es espantosa.

Toco el tema de la panela. No sé cuantas veces haya hecho yo aquí este debate. Lo repetí en la zona del río Suárez ante una asamblea de más de mil paneleros. Les dije, ojo con lo del alcohol carburante, que el gobierno lo está manejando de manera irresponsable. La primera vez que habla el doctor Uribe de agrocombustibles es un 20 de julio, creo que del segundo año de gobierno. Promete alcohol carburante para los ingenios azucareros del Valle del Cauca. Y después arrancan a hacer demagogia diciendo que se iba a producir alcohol carburante en toda Colombia. En un pueblo a seis horas al sur de Neiva, allá en su tierra, senador Artunduaga, vinieron a contarme unos campesinos, senador, ya hemos sembrado harta caña, ¿pero ahora cómo montamos la planta de alcohol carburante? ¡Cómo así que el doctor Uribe va a todas partes a inaugurar lo que sea y nada importa! Llevo cinco años advirtiendo que el tema de la panela debe manejarse con absoluta responsabilidad para evitar la sobreproducción, porque a raíz de la crisis del café, mucha gente se pasó a la panela. Nadie habla por los paneleros en Colombia y el gobierno permite de una manera irresponsable que se traslade a la panela cuanto arruinado haya. Pues el gobierno se fue a hacer demagogia a la hoya del río Suárez para que se montara la destilería. Yo aquí hice la ironía. Dije que el doctor Uribe ponía tantas primeras piedras de esos ingenios, que lo que iban a terminar poniendo era una cantera. La situación actual es responsabilidad del Estado. ¡Cómo no van a ser responsabilidad del Estado unos campesinos que no tienen acceso a la literatura económica ni a la información, gente sencilla del común! ¿No es responsabilidad de los ministros y viceministros explicarles, educarlos, ayudarles?

Expliqué con cifras en la mano y muchas veces que las destilerías en la hoya del río Suárez no eran competititivas frente a los grandes ingenios del Valle del Cauca. Es la realidad, ministro, a no ser que ustedes subsidien a los del río Suárez, pero es lo que tampoco hacen. Es caña de ladera contra caña de tierra plana, monopolios contra pequeña producción, alta tecnología contra producción casi artesanal, ¿y son competitivos? Son puntos que yo he explicado aquí y el gobierno no puede alegar que no las sabe. Y siguen derritiendo azúcar. No se ha acabado con los derretideros.

Colombia tiene perdida la seguridad alimentaria

Y entre otras cosas, ¿por qué hay tanto cultivo de caña de azúcar en el Valle del Cauca? Porque como dedicaron al país a importar maíz, soya, algodón, sorgo, de todo lo que se producía en el Valle del Cauca, todo el mundo se tuvo que meter a la caña, senador Reyes, no hay otra alternativa distinta. Es el conjunto de la política agropecuaria lo que está fallando. Y vienen importaciones de jarabe de maíz y edulcorantes sintéticos e incluso están llegando importaciones de azúcar. La política agropecuaria debe ser vista en conjunto y yo no le voy a aceptar, ministro, que la coja y la parta en pedacitos. Todo se ve afectado por las medidas. La primera pregunta que le hago es por qué hay tanta caña sembrada en el Valle del Cauca. Por qué no hay maíz en esas tierras de primerísima calidad, mientras que importamos tres millones de toneladas.

Estamos importando diez millones de toneladas de comida y el ministro nos dice que está muy bien el agro. Informa que sobran algo así como cuatro y medio millones de hectáreas. A mi juicio, sobran seis. Pero lo que no explica es por qué con tanta tierra sobrante, estamos importando diez millones de toneladas de alimentos. ¿Por qué no producimos ahí el maíz y el trigo y la cebada que se están importando? Cuando ustedes aquí siguen afirmando que en Colombia no se puede sembrar trigo, en países como Australia vienen investigando cómo sembrar trigo en tierras más bien secas. Desarrollemos la ciencia y la tecnología, eso es lo que hay que hacer.

¿Qué no está perdida la seguridad alimentaria? Sí está perdida. Si en Colombia desaparecieran hoy las importaciones de trigo, no habría pan ni habría pastas. Las de maíz, no habría arepas pero tampoco pollos ni cerdos. Las de cebada, no habría cerveza, que de una u otra manera también es un alimento. Y eso que no ha llegado el TLC. Si algo ha fracasado en este gobierno es la política agraria. Casi se doblaron las importaciones de productos agropecuarios durante el gobierno de Álvaro Uribe, y nos dicen que quieren mucho a los campesinos. Y la indigencia aumentó, lo aclara Planeación Nacional, es decir, ustedes mismos, porque subieron los precios de los alimentos.

En la Comisión Quinta nos echaron ustedes el cuento de que era muy bueno importar la comida porque así se garantizaba que fuera barata. ¡Nada les importaba a ustedes que se arruinaran nuestros campesinos y nuestros empresarios con tal que llegara comida barata! Y resulta que se dispararon los precios internacionales de los alimentos y hay ocho millones de colombianos en la indigencia por culpa de la política oficial. Lo increíble es que fuera un ministro el ejecutor en buena medida de todo este desastre, un ministro que sale dizque de candidato a la Presidencia de la República, con este desastre. Y un viceministro al que ahora se sube a ministro. Qué tal. Qué es lo que les premian. Ahora el ministro me sacará unas cuentas mostrando que le dieron tres pesos al uno, cuatro pesos al otro. Pero aquí hay pruebas reinas. Estamos importando diez millones de toneladas de comida en un país en el que hay tierra de sobra, lo reconoce el mismo ministro, y agua de sobra y agricultores de sobra. Báilenme ese trompo en la uña. Y el gran negocio que nos están vendiendo es el del alcohol carburante, un negocio de subsidios. Que como hay tantas hectáreas de sobra, no importa cómo se utilicen, es en cierto sentido lo que arguye el ministro. Yo le replico: esas tierras que no se están utilizando bien deberían estar produciendo la comida que hoy se está importando, un razonamiento absolutamente elemental. Y el Ministro nos aduce: no, hay que producir alcohol carburante. Y en seguida nos echa el cuento de que producir agrocombustibles en otros países sí es malo, pero en Colombia no. Esa tesis, bastante parroquial, no figura en la literatura económica en ninguna parte. Tampoco la convalidan ni la ONU ni la OEA ni el Fondo Monetario Internacional, ni nadie. Y no lo pueden hacer porque no es cierta. Así haya tierra, la tierra sobra en términos relativos, porque si yo la meto a producir agrocombustibles, empiezo a competir por todos los recursos. Los agrocombustibles también compiten por el recurso crédito, deficitario en Colombia. Una parte grande de la comida no se está produciendo en Colombia porque el crédito se está yendo para los agrocombustibles, que también compiten por mano de obra. Pregúnteles a los cafeteros, ministro, y ellos le dirán que tienen con los palmeros un problema de competencia por los jornales. Usted sabe que es así. Entonces no me diga que no importa producir agrocombustibles, porque sí importa. Y ese es un debate que hay que desarrollar con toda la seriedad.

Antes de que usted fuera ministro, hice yo aquí un debate muy detallado sobre el asunto de los agrocombustibles. Y entre las citas que traje, leí un análisis del consejero económico y director del Departamento de Estudios del FMI, que no es el del Polo, el señor Simon Johnson. El alto funcionario explica con todo detalle por qué los precios de los agrocombustibles encarecen los alimentos, generan inflación y cómo la inflación golpea más a los países pobres, cómo la materia prima pesa mucho más en los precios de los alimentos, cómo la inflación exige políticas restrictivas, es decir, sube la tasa de interés, cómo todo eso termina afectando la tasa de cambio por la venida de dólares desde el exterior, y revalúa la moneda y afecta la competitividad de la producción. Lo expliqué ese día con todo detalle. No voy a repetir el cuento aquí porque me vuelvo muy largo. Pero eso es lo que explica el FMI, y ustedes nos dicen que aquí no pasa nada. No, aquí si pasa. Y con el agrodiesel va a ocurrir lo mismo.

Se abre el dique a mayores importaciones de comida

Quiero mencionar un último hecho, a mi juicio probablemente lo más grave de todo. Esto de los agrocombustibles se volvió la tabla de salvación para no mostrar un desastre agrario mayor. ¿Se imaginan cómo serían las cifras si no estuvieran las hectáreas sembradas de palma para agrocombustibles, ni las de caña de azúcar? Esto de los agrocombustibles es en últimas una política absurda en un país como Colombia, así en otro pueda tener alguna sensatez. Es una estrategia para poder abrirles camino a las importaciones de comida. Es la manera como pueden ocultar que estamos importando diez millones de toneladas de alimentos. Es así como están preparando al país para una mayor avalancha de productos importados. Ojo, arroceros. No solo está el contrabando, nos viene encima el TLC. El gobierno se empeña en imponerlo y van a inundar el país de arroz importando y los van a arruinar a todos ustedes. Eso está sabido desde hace mucho rato. Entonces el gobierno les dice, pásense para el alcohol carburante, que no es alimento, pásense para la palma, un negocio montado sobre subsidios. Es que esto no es asunto de menor cuantía. Lo que está en juego es el alimento, ministro. Si en el mundo estalla hoy una guerra mundial y se rompen las líneas de abastecimiento con Europa y con Estados Unidos, Colombia queda abocada a una hambruna. Los alimentos que queden podrían ser relativamente suficientes, pero habría un disparo de los precios tal que los pobres se morirían de hambre. El ministro, como gran cosa, dice que aquí producimos el ochenta por ciento de los alimentos. Y qué pasa si falta el veinte. ¿Y no son los alimentos fundamentales los que estamos importando? Porque aquí entonces el ministro nos va a meter en el mismo saco arracacha y trigo, ñame y arroz, o ñame y leche, o ñame y carne de cerdo. No, tampoco puede ser así la cosa. Esta política de agrocombustibles, que tiene tanto qué discutirle, tanto que calibrar, tanto que pensar, tiene unos fundamentos absolutamente deteriorados.

Insisto en mi preocupación principal: por qué aquí hay unos que tienen corona. Ahora, si la tuvieran en un producto en el que fuéramos competitivos, todavía, pero en agrocombustibles no somos competitivos. Ustedes todo el día lo atosigan a uno con que hay que ser competitivos y al país lo quieren especializar en productos agrarios en los que no somos competitivos a escala global y hasta con un dejo de irresponsabilidad, que ya denuncié. Quedó siendo obligatorio consumir en Colombia alcohol carburante y agrodiesel, incluso si es importado, senador Reyes. Aquí podríamos terminar en un absurdo todavía peor, y es que esta mezcla de combustible se terminara haciendo con alcohol de origen vegetal e ¡importado! Así es de absurda la política agraria colombiana.

Y un último punto. Otro día haremos el debate, pero quiero expresar desde ya mi más absoluto rechazo a esa idea absurda, ministro, en la que andan ustedes de venderles las tierras de Colombia a los extranjeros, o por lo menos una parte inmensa. Y andan vendiendo este país. El mundo está cerca de una crisis alimentaria, ya hubo un susto el año pasado. Ahí están bregando a comprar un millón de hectáreas unos extranjeros en Madagascar, aprovechándose de la pobreza de los africanos. La están comprando para producir comida en Madagascar y llevársela parar China, para Corea, o para donde sea. Aquí vamos a terminar vendiéndole las tierras del país a los extranjeros para que el día de mañana los extranjeros se lleven la comida que nos hace falta a los colombianos.

Miren ustedes la gravedad del asunto. Supóngase que un extranjero compra todas las tierras agrícolas de Colombia, para exagerar, y todo lo exporta. Con el TLC, Colombia no podría obligarlo a que dejara esa producción en el país, así hubiera un hambruna. Lo máximo que podríamos hacer es comprarle a precios del mercado. Y lo otro, a qué precios se va a ir la tierra si sigue esta especulación inmobiliaria con el suelo. La inflación de los suelos agrarios es uno de los problemas más graves. Ningún negocio agrícola da como debiera porque las tierras terminaron en cierto sentido con precios de mafioso. Y claro, hay tres o cuatro que se alegran muchísimo, senador Jaramillo, porque se están enriqueciendo con sus tierras, pero cómo se puede hacer agricultura con esos precios. A cómo se va a ir el precio del suelo si se lo empiezan a vender a los extranjeros y cuáles son las repercusiones de esa medida. Qué va a pasar con nuestros campesinos, con nuestros empresarios. El país se nos ha ido llenando de tierras que sólo sirven para negocios en buena medida de mafiosos o de especuladores. La persona a la que le sobra una plata decide comprar una tierra, no para producir en ella, sino para poner por ahí tres o cuatro vacas, pagar un mayordomo y esperar la valorización del suelo. Pero con tierra a esos precios no se puede hacer agricultura, porque se quiebra el agricultor.

El problema no es si le dieron diez pesos al uno o al otro. Aquí tenemos un problema estructural de fondo. El Gini de distribución de la tierra es uno de los peores del mundo. ¡Del mundo! No es un asunto de poca monta. Si nuestro campesinos se siguen muriendo de hambre, yo les pregunto a los productores urbanos, a los industriales, a quién le venden sus productos. Si nuestros campesinos se siguen muriendo de hambre, a quién se les venden las telas. Si los campesinos de la leche se siguen muriendo de hambre, a quién le venden los paneleros las panelas. Aquí hay un debate de fondo. Y el negocio de los agrocombustibles es en buena medida la punta del iceberg de lo mal que se maneja esto. Hay unos tres o cuatro que ganan, de eso no me cabe la menor duda. Pero porque un solo renglón crece ¿entonces ya todo está bien? No, ministro, el problema es bastante más complejo de lo que usted está planteando. Hay que interrelacionar un montón de cosas, pero al final el problema de fondo es que llevamos ocho años con el doctor Uribe en la Presidencia de la República y la indigencia rural es del 32 por ciento, y sigue subiendo. En los tres mejores años de la economía nacional en mucho tiempo, no por las hazañas de este gobierno, sino por los influjos de la economía mundial, creció la economía a tasas relativamente importantes. Y en ese mismo tiempo, aumentó la indigencia, junto con la concentración de la riqueza.

A los colombianos que nos oyen estos debates tenemos que decirles que, si se fijan y ponen cuidado, aquí estamos haciendo debates serios, de fondo. Qué hacemos con el agro. No producimos maíz en Colombia porque los gringos lo producen subsidiado más barato y eso al gobierno no le importa. Como no le importa si mañana llega el TLC y se acaba también la producción de leche en Colombia, porque son más baratas la gringa y la europea, y esta sí que es bien barata. Ahí vieron en estos días las fotos en El Tiempo. En Europa hay carrotanques votando leche, y el gobierno está firmando un TLC con Europa que nos va meter aquí esa leche sobrante. Muy mala la política, en resumen. Les hago un llamado cordial a los senadores uribistas. Sé que ustedes aquí no van a decir que están de acuerdo conmigo y menos en público, pero sí que por lo menos en privado pongan este tema. Qué vamos a hacer con este desastre. Ahí están los hechos. Usted sale y reparte unos centavos, ministro, y habrá gente que se ponga contenta. A un campesino bien pobre van y le dan un peso, imagínese la felicidad. Pero esto es mucho más complicado.

Hay que cambiar al país. Y no pueden seguir con el cuento de que cuando el Polo habla de cambios, entonces la solución de ustedes es meterle miedo a la gente. Esos del Polo son de las Farc, y listo. Entonces aquí resulta indiferente si se importa comida o no, si coeficiente Gini es alto o bajo, si la inversión extranjera aporta o no al progreso nacional. Y ahora nos sacaron otro caballito, y dicen, esos del Polo son de Chávez, y despachado el asunto. Ante la idea de cambiar un país que es un desastre, la táctica es meterle miedo a la gente. Ya el doctor Uribe descubrió que hay una conspiración mundial contra él, todo el planeta se unió contra el doctor Uribe, incluido el DAS y la Fiscalía. Todo el mundo. Y cualquiera que diga algo, entonces está en la conspiración o en el complot. La estrategia del miedo, como a niños chiquitos. Se toma la sopa o le traigo el coco. O aplaude este desastre de política agrícola o le traigo el coco. No, el coco es la tragedia que estamos viviendo aquí muchos colombianos.

Réplica a la intervención del ministro de Agricultura

No voy a reiterar el tema arrocero, porque estoy de acuerdo con todo lo dicho por el senador Mauricio Jaramillo. El Estado tiene que intervenir y no es llamando a un molinero a decirle, a ver, hombre, ayúdame. No, es con normas y con decisiones. Lo del contrabando y las importaciones es una vergüenza.

Aquí se suele afirmar que en Colombia no se puede sembrar trigo. No, aquí estamos importando trigo desde hace mucho rato porque a los gringos les sobra. Hay cifras que demuestran cómo en Colombia se produce trigo a menores costos que en Estados Unidos. Si usted les quita a los agricultores gringos los 70 y pico mil millones de dólares en subsidios, verá que es así.

Pero quiero examinar este enfoque más grueso, para no hacerme largo. Es claro que en el caso de los agrocombustibles hay una situación especial y que, en cambio, en los demás productos hay una especie de dejar hacer y dejar pasar. El ministro plantea una duda con respecto a los costos del alcohol y de la gasolina. Es muy fácil para entender lo que yo estoy diciendo. Quítenle 36 por ciento de impuestos a la gasolina y verán que es más caro el alcohol. Pero lo que hay en los agrocombustibles es una política estructural para que se produzcan, que tiene que ver con todo. Con los demás productos no. Usted dice, ministro, es que a los paneleros les dimos una plata y muestra una cifra. Y sin embargo, se están quebrando, o sea, es claro que la política no sirve. No, las medidas tienen que ser de fondo. Que es que a los arroceros les dimos una plata. Y se están quebrando. En cambio los de los agrocombustibles, esos sí no se quiebran, no importa cómo sea el negocio. Son maneras de enfocar las cosas.

Algunos colombianos preguntan cuál es la importancia de este debate. Lo primero, aclarar que empezó en 1990. El presidente César Gaviria Trujillo dijo que había que aplicar el neoliberalismo o la apertura o el libre comercio. Y algunos dijimos, si los aplican, destruyen el agro. Y otros llevan veinte años alegando que no pasa nada. Bueno, este es el mismo debate. El ministro nos dice, se produce mucha leche porque llovió mucho y nosotros tenemos que importarla porque los compromisos internacionales así nos lo imponen. Nosotros quisiéramos que se aplicara una política agropecuaria según la cual, si hay exceso de producción de leche, no se importa un solo litro, y se acabó el cuento. Porque es el colmo del absurdo que uno tenga la mayor sobreproducción de leche en mucho tiempo, no solo por las lluvias sino también por la miseria de la gente, que no toma leche, y el gobierno autorice importarla. Es un despropósito.

Pero aquí va a haber un problema mucho peor. El tema del maíz y los concentrados. El gobierno dice, no importa que haya que importar maíz porque esa es la manera de hacer concentrados. ¿Qué es lo que va a suceder? Que mañana, con el TLC, vienen las importaciones de pollo y de cerdo, y como no tenemos un desarrollo maicero en serio, nos vamos a arruinar en estos productos, porque nos terminan desplazando del mercado. Leí aquí análisis de la FAO que dicen con claridad que es prácticamente imposible sostener una industria cárnica si uno no tiene industria de cereales para abastecerla. Un pollo colombiano es un grano de maíz gringo con alas. Es un absurdo en política económica, y más si viene el TLC que ustedes negociaron. Usted, ministro, conoce bien las diferencias de costos de producción y de subsidios y de precios entre una y otra economía. Hay entonces un problema de enfoque. La política está terriblemente mal planteada. Cuando usted le dice al senador Reyes que lo que hacía el Idema ya no se puede porque la OMC nos cae, ¡esa es la discusión! Alcancé a oírle al ministro que estaban pesando otra vez en silos de almacenamiento, después que se destruyeron los silos del Idema, después de que se vendieron mal vendidos, ¡esta es una discusión que lleva veinte años! Ahora descubren lo que nosotros les dijimos hace veinte años que no podían hacer.

Cualquiera que estudie un poco estos asuntos sabe que ya está inventado cómo se maneja el agro. Basta mirar a Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón. Y aquí se hace exactamente lo contrario. Ese es el problema del neoliberalismo. Ese es el problema del libre comercio, que no se hace lo que hay que hacer, porque los gringos allá en la OMC nos imponen este tipo de prácticas, que ellos no cumplen. Aquí nos montan un alegato contra los subsidios nuestros, y ay de que protejamos siquiera mínimamente. Hay que acabar con el Idema porque es una orden de la OMC. Pero ¿Estados Unidos o Europa también han desmontado toda su infraestructura de protección a los productores agropecuarios? Por supuesto que no. Repito, ¡ese es el debate! La cuestión de fondo es que los hechos nos demuestran el fracaso de esta política, que usted aplica con todo entusiasmo, y las cifras no le dicen nada. Usted nos dice, en el 2005, durante este gobierno, se exportaron cinco millones de toneladas y en el 2008, bajaron a 4,4. No suben las exportaciones por una serie de causas de tipo estructural que ustedes tampoco modifican. Aquí el doctor Arias nos hacía dibujitos para probar que era mejor producir uchuvas que trigo y resulta que no hay quien nos compre las uchuvas. Es lo mismo que pasa con el banano. No hay a quién venderle un banano más en el mundo. En cambio sí tenemos el mercado interno del trigo y el maíz que consumen los colombianos, pero ustedes los importan como si fuera una genialidad.

Es un debate de fondo, porque usted qué saca con darles unos pesos a los paneleros si después los mete en una superproducción como la que están padeciendo. Aquí lo denunció el senador Reyes, que no es de la oposición. ¿Cómo van a aumentar cuatro mil hectáreas de caña en la hoya del río Suárez? Los revientan. Yo no le acepto a usted que el gobierno no pueda recomendar qué caer. No, ministro, esto es poniéndole el pecho a la brisa. Yo me fui a la hoya del río Suárez y les previne a los paneleros, ojo con lo que van a hacer, no siembren más, porque ese ingenio de alcohol carburante no les funciona. Y me costó unos votos, porque hubo gente que se paró a decir, ah, es que el senador Robledo está en contra de nosotros. Y yo les pregunto ahora a los cultivadores del río Suárez: ¿quién les dijo la verdad, el gobierno, que fue allá a inaugurar la primera piedra en medio de la fiesta y metió a los paneleros en esa sinsalida, o los que tuvimos el valor civil de advertirles que no fueran a hacerlo, así no nos lo entendieran en esa momento? Es el debate de fondo, porque lo que están en juego es cómo desarrollar a Colombia.

Hay astucias que yo le sugeriría a usted, ministro, que no hiciera. Como esa de que ahora han bajado un poco los precios de los alimentos, de lo que usted concluye que el alcohol carburante no sube los precios. No. Estamos hablando en términos relativos. Hay estudios de sobra en el mundo para mostrar cómo en Estados Unidos los agrocombustibles han subido los precios del maíz, lo que aquí influye en los precios del maíz, y de los cerdos, y del pollo y de todo, así los precios relativos puedan bajar un poco en algunos momentos, lo que no depende del gobierno ni se va a resolver soltando unas platas. Hay que hacer el esfuerzo de mantener el debate con todo rigor y no con frases efectistas, que logran enredar a unos cuantos que no entienden el problema, pero que no resisten análisis.

No es cierto que la terna presentada para elegir al presidente de la Federación de Cafeteros fuera una terna. No me voy a extender, aun cuando llevo treinta años echándole ojo al tema, pero es difícil encontrar una persona más detestada por los caficultores de Colombia que una de las que figuraba en la terna. Fue el presidente Uribe burlándose de la gente de la Federación de Cafeteros. Todos sabemos de quién estamos hablando. Tenía yo más posibilidades de que me aceptaran en esa terna, porque yo he defendido toda mi vida las instituciones cafeteras. En cambio, este otro personaje hizo hasta lo imposible por destruirlas.

Y no pueden seguir con el cuento de que cuando el Polo habla de cambios, entonces la solución de ustedes es meterle miedo a la gente. Esos del Polo son de las Farc, y listo. Entonces aquí resulta indiferente si se importa comida o no, si coeficiente Gini es alto o bajo, si la inversión extranjera aporta o no al progreso nacional. Y ahora nos sacaron otro caballito, y dicen, esos del Polo son de Chávez, y despachado el asunto. Ante la idea de cambiar un país que es un desastre, la táctica es meterle miedo a la gente. Ya el doctor Uribe descubrió que hay una conspiración mundial contra él, todo el planeta se unió contra el doctor Uribe, incluido el DAS y la Fiscalía. Todo el mundo. Y cualquiera que diga algo, entonces está en la conspiración o en el complot. La estrategia del miedo, como a niños chiquitos. Se toma la sopa o le traigo el coco. O aplaude este desastre de política agrícola o le traigo el coco. No, el coco es la tragedia que estamos viviendo aquí muchos colombianos.

Réplica a la intervención del ministro de Agricultura

No voy a reiterar el tema arrocero, porque estoy de acuerdo con todo lo dicho por el senador Mauricio Jaramillo. El Estado tiene que intervenir y no es llamando a un molinero a decirle, a ver, hombre, ayúdame. No, es con normas y con decisiones. Lo del contrabando y las importaciones es una vergüenza.

Aquí se suele afirmar que en Colombia no se puede sembrar trigo. No, aquí estamos importando trigo desde hace mucho rato porque a los gringos les sobra. Hay cifras que demuestran cómo en Colombia se produce trigo a menores costos que en Estados Unidos. Si usted les quita a los agricultores gringos los 70 y pico mil millones de dólares en subsidios, verá que es así.

Pero quiero examinar este enfoque más grueso, para no hacerme largo. Es claro que en el caso de los agrocombustibles hay una situación especial y que, en cambio, en los demás productos hay una especie de dejar hacer y dejar pasar. El ministro plantea una duda con respecto a los costos del alcohol y de la gasolina. Es muy fácil para entender lo que yo estoy diciendo. Quítenle 36 por ciento de impuestos a la gasolina y verán que es más caro el alcohol. Pero lo que hay en los agrocombustibles es una política estructural para que se produzcan, que tiene que ver con todo. Con los demás productos no. Usted dice, ministro, es que a los paneleros les dimos una plata y muestra una cifra. Y sin embargo, se están quebrando, o sea, es claro que la política no sirve. No, las medidas tienen que ser de fondo. Que es que a los arroceros les dimos una plata. Y se están quebrando. En cambio los de los agrocombustibles, esos sí no se quiebran, no importa cómo sea el negocio. Son maneras de enfocar las cosas.

Algunos colombianos preguntan cuál es la importancia de este debate. Lo primero, aclarar que empezó en 1990. El presidente César Gaviria Trujillo dijo que había que aplicar el neoliberalismo o la apertura o el libre comercio. Y algunos dijimos, si los aplican, destruyen el agro. Y otros llevan veinte años alegando que no pasa nada. Bueno, este es el mismo debate. El ministro nos dice, se produce mucha leche porque llovió mucho y nosotros tenemos que importarla porque los compromisos internacionales así nos lo imponen. Nosotros quisiéramos que se aplicara una política agropecuaria según la cual, si hay exceso de producción de leche, no se importa un solo litro, y se acabó el cuento. Porque es el colmo del absurdo que uno tenga la mayor sobreproducción de leche en mucho tiempo, no solo por las lluvias sino también por la miseria de la gente, que no toma leche, y el gobierno autorice importarla. Es un despropósito.

Pero aquí va a haber un problema mucho peor. El tema del maíz y los concentrados. El gobierno dice, no importa que haya que importar maíz porque esa es la manera de hacer concentrados. ¿Qué es lo que va a suceder? Que mañana, con el TLC, vienen las importaciones de pollo y de cerdo, y como no tenemos un desarrollo maicero en serio, nos vamos a arruinar en estos productos, porque nos terminan desplazando del mercado. Leí aquí análisis de la FAO que dicen con claridad que es prácticamente imposible sostener una industria cárnica si uno no tiene industria de cereales para abastecerla. Un pollo colombiano es un grano de maíz gringo con alas. Es un absurdo en política económica, y más si viene el TLC que ustedes negociaron. Usted, ministro, conoce bien las diferencias de costos de producción y de subsidios y de precios entre una y otra economía. Hay entonces un problema de enfoque. La política está terriblemente mal planteada. Cuando usted le dice al senador Reyes que lo que hacía el Idema ya no se puede porque la OMC nos cae, ¡esa es la discusión! Alcancé a oírle al ministro que estaban pesando otra vez en silos de almacenamiento, después que se destruyeron los silos del Idema, después de que se vendieron mal vendidos, ¡esta es una discusión que lleva veinte años! Ahora descubren lo que nosotros les dijimos hace veinte años que no podían hacer.

Cualquiera que estudie un poco estos asuntos sabe que ya está inventado cómo se maneja el agro. Basta mirar a Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón. Y aquí se hace exactamente lo contrario. Ese es el problema del neoliberalismo. Ese es el problema del libre comercio, que no se hace lo que hay que hacer, porque los gringos allá en la OMC nos imponen este tipo de prácticas, que ellos no cumplen. Aquí nos montan un alegato contra los subsidios nuestros, y ay de que protejamos siquiera mínimamente. Hay que acabar con el Idema porque es una orden de la OMC. Pero ¿Estados Unidos o Europa también han desmontado toda su infraestructura de protección a los productores agropecuarios? Por supuesto que no. Repito, ¡ese es el debate! La cuestión de fondo es que los hechos nos demuestran el fracaso de esta política, que usted aplica con todo entusiasmo, y las cifras no le dicen nada. Usted nos dice, en el 2005, durante este gobierno, se exportaron cinco millones de toneladas y en el 2008, bajaron a 4,4. No suben las exportaciones por una serie de causas de tipo estructural que ustedes tampoco modifican. Aquí el doctor Arias nos hacía dibujitos para probar que era mejor producir uchuvas que trigo y resulta que no hay quien nos compre las uchuvas. Es lo mismo que pasa con el banano. No hay a quién venderle un banano más en el mundo. En cambio sí tenemos el mercado interno del trigo y el maíz que consumen los colombianos, pero ustedes los importan como si fuera una genialidad.

Es un debate de fondo, porque usted qué saca con darles unos pesos a los paneleros si después los mete en una superproducción como la que están padeciendo. Aquí lo denunció el senador Reyes, que no es de la oposición. ¿Cómo van a aumentar cuatro mil hectáreas de caña en la hoya del río Suárez? Los revientan. Yo no le acepto a usted que el gobierno no pueda recomendar qué caer. No, ministro, esto es poniéndole el pecho a la brisa. Yo me fui a la hoya del río Suárez y les previne a los paneleros, ojo con lo que van a hacer, no siembren más, porque ese ingenio de alcohol carburante no les funciona. Y me costó unos votos, porque hubo gente que se paró a decir, ah, es que el senador Robledo está en contra de nosotros. Y yo les pregunto ahora a los cultivadores del río Suárez: ¿quién les dijo la verdad, el gobierno, que fue allá a inaugurar la primera piedra en medio de la fiesta y metió a los paneleros en esa sinsalida, o los que tuvimos el valor civil de advertirles que no fueran a hacerlo, así no nos lo entendieran en esa momento? Es el debate de fondo, porque lo que están en juego es cómo desarrollar a Colombia.

Hay astucias que yo le sugeriría a usted, ministro, que no hiciera. Como esa de que ahora han bajado un poco los precios de los alimentos, de lo que usted concluye que el alcohol carburante no sube los precios. No. Estamos hablando en términos relativos. Hay estudios de sobra en el mundo para mostrar cómo en Estados Unidos los agrocombustibles han subido los precios del maíz, lo que aquí influye en los precios del maíz, y de los cerdos, y del pollo y de todo, así los precios relativos puedan bajar un poco en algunos momentos, lo que no depende del gobierno ni se va a resolver soltando unas platas. Hay que hacer el esfuerzo de mantener el debate con todo rigor y no con frases efectistas, que logran enredar a unos cuantos que no entienden el problema, pero que no resisten análisis.

No es cierto que la terna presentada para elegir al presidente de la Federación de Cafeteros fuera una terna. No me voy a extender, aun cuando llevo treinta años echándole ojo al tema, pero es difícil encontrar una persona más detestada por los caficultores de Colombia que una de las que figuraba en la terna. Fue el presidente Uribe burlándose de la gente de la Federación de Cafeteros. Todos sabemos de quién estamos hablando. Tenía yo más posibilidades de que me aceptaran en esa terna, porque yo he defendido toda mi vida las instituciones cafeteras. En cambio, este otro personaje hizo hasta lo imposible por destruirlas.

calidades excepcionales, por quien invito a mis compatriotas a votar. Carlos Gaviria representa exactamente lo contrario de lo que los colombianos detestan de tanto político. Carlos Gaviria es una persona honrada a toda prueba, un demócrata y un patriota de verdad y, además, un fenómeno político, lo que tiene muy bravos a algunos comentaristas, que mienten y lanzan calumnias contra él. Una persona que sacó 2.600.000 votos en las elecciones de 2006 está capacitada para ser el mejor candidato que pueda aparecer en Colombia en las próximas elecciones para derrotar a Álvaro Uribe o a quien Álvaro Uribe ponga a representarlo.

Lo segundo, repudiar la conducta del señor presidente de la República cuando impuso en la Federación de Cafeteros una terna de uno, lo mismo que está haciendo en la Fiscalía, para hacer nombrar en la Presidencia a Luis Genaro Muñoz. Ese tipo de procedimientos es inaceptable. La Federación es un gremio con cuyos directivos he tenido contradicciones, pero aun así, exijo que se respete el derecho de los miembros a elegir en la dirección a quien quieran y no a quien se le antoje al presidente Uribe. Es el estilo que se emplea con todos los gremios y es lo que explica en buena parte los líos con los recursos parafiscales. Como el gobierno los tiene de la corbata, porque manejan recursos parafiscales, les impone directores de bolsillo, como acaba de ocurrir en la Federación de Cafeteros. Lo repudio enérgicamente, como repudio el chiste flojo hecho hoy por el doctor Gabriel Silva, ministro de Defensa, que maltrata al jefe de gobierno de España. Cómo es posible que el ministro de Defensa de Colombia le grite al presidente del gobierno español, “¡Zapatero, a tus zapatos!” Y todavía peor la disculpa: “Lo que pasa –dice el doctor Silva–, es que yo estoy acostumbrado a hablarles a los campesinos cafeteros”. ¡No, respeten a los cafeteros, que pueden ser pobres, pero son gente muy decente! Además, si se siguen maltratando así las relaciones con los demás países, no sé a donde vayamos a parar. Esta clase de ofensas le hacen daño a Colombia. Necesitamos un gobierno tranquilo en las relaciones internacionales. Hablan todo el día de globalización, pero no son capaces de relacionarse con el mundo. Ahí acaba de hundirse otra vez, cosa que me alegra mucho, el TLC Canadá-Colombia. Lo pusieron en votación en el parlamento de Ottawa y al gobierno le tocó recogerlo porque se le iba a hundir. Crece el repudio en el exterior al gobierno de Álvaro Uribe.

Ciudadanos de primera y de segunda clase

Lo otro es el tema del arroz. No estuve en su despacho, señor ministro, y espero que no se le vaya a ocurrir siquiera plantear que quien no vaya a su despacho es porque no está interesado en los asuntos del agro. Que no se haga creer que aquí los únicos que tienen derecho a opinar son quienes pasen antes por su despacho. Mida lo que afirma, porque el senador Jaramillo está haciendo un reclamo justo. Usted puede echar el cuento que quiera, pero el hecho es que los arroceros se están arruinando y perdiendo los ahorros de toda la vida, una situación que afecta también a los habitantes de las regiones productoras. No puede ser que la agricultura esté tan mal y aquí siga primando la soberbia, eso de que se asusten los senadores, porque aquí está el ministro. Se están quebrando los arroceros colombianos. Ya en el Meta han salido dos veces a bloquear las calles con sus tractores, una prueba de que la gente está desesperada. El ministro aduce que no es culpa de las políticas, sino del ciclo económico. Es otro debate de fondo que tenemos con ustedes los senadores de la oposición sobre cómo manejar el agro, si dejamos que los ciclos arruinen a los productores o si volcamos los recursos del Estado a protegerlos. Vean si en Estados Unidos o el Japón, los gobiernos dejan que los ciclos acaben con el agro. Y vamos a verlo ahora aquí en el caso del alcohol carburante. En Colombia hay unos a quienes el Estado no los deja quebrar y otros a quienes abandona a su suerte, porque aquí aparecieron ciudadanos de primera y de segunda categoría. Si los paneleros y los arroceros se quiebran, el gobierno sale a decir que son unos irresponsables, que no saben de nada, mientras que los dueños de los grandes ingenios productores de alcohol carburante resultan siendo unos ciudadanos de primera clase, a los que el gobierno les arma todo un cuento para que no vayan a perder un centavo.

El contrabando de arroz ¿no es acaso responsabilidad del gobierno nacional? Cómo es eso de que unos delincuentes llenan el país de arroz de contrabando que arruina a los productores colombianos mediante una actividad criminal, y el gobierno nacional se queda con las manos cruzadas. Ahora, nosotros no le estamos hablando solo a usted, ministro. Usted no puede disculparse ante esta Comisión aduciendo que es culpa del general Naranjo o del ministro del Interior. Usted verá a quien le pasa la pelota, pero quien está sentado respondiendo ante esta Comisión en nombre del gobierno es usted, y usted debió haber hecho un escándalo nacional para que ese contrabando no entrara, porque cómo van a competir los productores nacionales con una inundación de arroz incontrolada. Usted sabe muy bien que en los productos agropecuarios, un exceso de oferta, así sea pequeño, hunde los precios. Y más habiendo, como usted sabe que lo hay, un oligopolio de compradores que ha hecho siempre lo que se le da la gana. Son las anomalías que el gobierno nacional no corrige, porque el libre mercado y todo eso, como dicen ustedes. Ese es el debate. Nosotros quisiéramos que no hubiera libre mercado en el arroz, como no lo hay en alcohol carburante. Si hubiera libre mercado, no existiría el negocio del alcohol carburante.

Nosotros le pasamos al ministro de Minas un cuestionario desde el 8 de septiembre, hace más de quince días, sobre asuntos atinentes a este debate, preguntándole en particular cómo fue que subieron y bajaron los precios del alcohol carburante, un fenómeno que aún no se le explica al país. Nunca se supo por qué los precios estaban inflados y cuando les protestó un exdirectivo del Banco de la República, el gobierno corrió a bajarlos, manejando el país en cierto sentido como una tienda. Desde hace dos meses se lo estoy preguntando al ministro Martínez y no he podido que me responda. No entendemos aquí que no vengan los ministros a los debates, que tampoco nos respondan los cuestionarios y que nos manden a un funcionario subalterno a que diga dos o tres cosas.

Y por último, tengo que repudiar también que Xtrata, Glencore y BHP Billinton, unas trasnacionales poderosísimas dueñas de El Cerrejón, estén persiguiendo a los trabajadores del carbón en La Guajira. No se puede aceptar que se lleven el carbón pagándole al país unas regalías insignificantes y gocen de todo tipo de exenciones tributarias, y no les permitan a los trabajadores ni siquiera organizarse en sindicatos. Quisiera haber tratado esta denuncia con el doctor Martínez, que además trabajó con la Exxon quince o veinte años en El Cerrejón.

El del etanol, un negocio altamente subsidiado

Sobre el alcohol carburante, el tema del debate, lo primero que hay que explicarles a los colombianos es que es un negocio de subsidios. Se trata de un hecho que se le oculta cuidadosamente a la opinión pública. Si el alcohol carburante se dejara a lo que el gobierno llama las fuerzas del mercado, a la libre competencia y a la libre empresa, no existiría el negocio. Primero, porque el alcohol carburante colombiano es carísimo, uno de los más caros del mundo. Colombia, 3,38 dólares; Brasil, 2,46, y Estados Unidos, con subsidios, 1,53. No voy a hacer referencia al agrodiesel para no hacerme largo.

Colombia no ha exportado un pocillo de alcohol carburante. ¿Por qué entonces hay negocio de alcohol carburante? Porque un día el gobierno nacional, porque quiso, decidió obligar a los colombianos a echarle alcohol carburante a la gasolina. No es el mercado el que obliga a que eso se haga, porque este alcohol es mucho más caro que la gasolina. Si se le dejara al ciudadano como una opción echarle o no alcohol carburante a los carros, no existiría el negocio, porque sus costos de producción son mayores. Entonces qué es lo que se hace. Que el gobierno nacional dictamina que hay que mezclarlo, con teorías buenas, regulares o malas, esa no es la discusión por ahora. Lo que quiero dejar en claro es que se obligó a los colombianos.

¿Cómo resuelven el problema de la diferencia de los costos entre el alcohol y la gasolina? Lo resuelven quitándole al alcohol los impuestos que sí gravan a la gasolina. Le quitan el IVA, la sobretasa y el global. Ese es el subsidio de que hablo, así el ministro lo niegue ahora. Los huecos que abundan en las calles de la capital tienen que ver con estas medidas, porque una parte grande del subsidio que se les da a los ingenios que producen alcohol carburante es plata que debería ir al Distrito para gastar en pavimentación. El impuesto es la sobretasa. Bueno, y el IVA afecta los recursos públicos de otras maneras. Hay sitios donde no se construye una escuela o no se hace un hospital porque este gravamen no se le está cobrando al alcohol carburante. En resumen, es lo primero que quiero dejar aquí claro, este es un negocio de subsidios. Las cuentas no las dan y son difíciles de hacer, pero calculo que puede estar en 100 ó 120 millones de dólares al año, sin contar los demás subsidios que se les otorgan a los ingenios, por inmensos descuentos tributarios por instalación de las plantas, para importación de equipos, por generación de energía eléctrica, les caben normas de zonas francas, contratos de estabilidad jurídica, ICR, o sea, es un negocio en el que ciertos colombianos son llevados de la mano por el Estado.

Se subsidia a unos pocos y al resto se deja que se arruinen

El ministro dijo que había sobreproducción de azúcar y, en consecuencia, había que inventarse qué hacer con los excedentes. Era entonces mejor consumir el azúcar en Colombia convertida en alcohol carburante y subsidiada por el Estado que seguir vendiendo azúcar a pérdida. Los arroceros, lecheros y paneleros no tuvieron la misma suerte. Ante la sobreoferta, lo que el gobierno les dijo es que no sembraran más arroz y que tumbaran la caña sobrante. A los del azúcar les anuncia en cambio que les van a montar un negocio subsidiado. Argumentan que por el beneficio al medio ambiente. Cuentos. Hay cinco mil estudios que ponen en duda sus beneficios. Nos alegan que el subsidio va a aliviar la suerte de los corteros. Ahora voy a hablar de la situación que viven los corteros.

Quiero dejar una constancia. Yo no me opongo a que el Estado intervenga. Puede incluso que este sea un negocio razonable. Pero yo sí les pido que le expliquen al país el negocio tal cual es, con toda franqueza, y que sobre todo nos expliquen por qué hay gente del agro que recibe un maltrato del Estado y otros un privilegio. El del trigo que se arruine, el del azúcar no. Dejo entonces en claro que la política agraria del gobierno tiene un sesgo que a mí me preocupa. Dependiendo del producto, hay que salvar al productor al costo que sea para el Estado o dejar que se arruinan porque son unos ineficientes, y qué le vamos a hacer.

¿Cómo se están repartiendo la plata del subsidio? Si hay un subsidio tan elevado para cinco grandes ingenios, ¿cómo se distribuye? Es bueno que sepan que una parte muy grande de la caña en el Valle del Cauca no es sembrada por los ingenios, sino unos agricultores dueños o arrendatarios de la tierra y allá denominados colonos, asociados en Procaña. Desde que empezó este negocio, los colonos han estado insistiendo en exigir que les mejoren el precio de la caña. Preguntan por qué en el negocio del alcohol carburante no vamos como debiéramos ir y son los ingenios, los grandes monopolios, los que se quedan con todo el negocio. No se ha podido. Ahí sí no interviene el Estado, que ante ese pleito, hoy en los tribunales, sale a aducir la libre empresa. Ahí yo no me meto –dice– ese es un negocio entre los productores de caña y los ingenios azucareros.

Lo mismo ocurre con los corteros. Supimos el paro grande que hicieron el año pasado. ¿Qué es lo que finalmente piden? Que les suban el sueldo. Y uno se pregunta: con este subsidio tan elevado que están recibiendo los ingenios, ¿por qué no les suben el salario a los trabajadores? Sería sensato. Que si el Estado va a subsidiar, que a todo el mundo le toque algo. No solo a los ingenios, sino también a los corteros. Pues no es así. Aquí se acordarán los más viejos, el senador Jaramillo, que lleva como yo dos períodos, que el ministro nos sacó el argumento de que el subsidio iba a servir para proteger el empleo de las zonas azucareras. Y miren lo que están haciendo hoy los ingenios, mecanizando el corte. Están comprando unas máquinas descomunalmente grandes, me imagino que con el ICR, el descuento tributario, para poder echar a la calle a un número importante de asalariados. De manera que la teoría que aquí nos echaron sobre el estímulo al empleo está seriamente cuestionada, porque lo cierto es que los están despidiendo. Vuelvo y pregunto, ministro. ¿No debiera intervenir el gobierno? Con un desempleo como el que azota al país, con la pobreza en el Valle del Cauca, y van a coger a cientos de corteros y los van a echar a la calle para que los ingenios se ganen unos pesos más. Es la pregunta del millón en todos mis debates: ¿cabemos todos o no en este país? O aquí el punto es ser bien amigo del gobierno y conseguirse un trato de privilegio y los demás que chupen, como se dice coloquialmente.

Es el mismo caso de la leche. Se dice: es que llovió mucho y hay mucha leche. Primero, sobra la leche porque hay mucha miseria, ministro. Si los niños de Colombia tomaran leche, no sobraría un litro. Y segundo, por un factor que ustedes no mencionan y yo sí: estamos importando leche en polvo. ¿Cómo es posible que el gobierno permita importaciones cuando hay excedente? Me va usted a decir que no es mucha, pero usted sabe o debería saber, porque ya lleva un tiempo en el Ministerio, que una importación, así sea relativamente pequeña, tumba los precios. Y peor aún, estamos importando lactosueros, una especie de basura láctea que queda de la producción de quesos y que se importa a muy bajo precio. Aquí se nos replicará que la ley prohíbe mezclar el lactosuero con la leche, pero lo cierto es que hay importaciones. Y agradezcan, lecheros de Colombia, que le tenemos parado al gobierno el TLC, porque o si no, ya estaría arruinada la producción de leche con el régimen de libre importación de lactosueros desde el primer día de vigencia. Fedegan y Analac le advirtieron al gobierno que no se podía firmar. A los lecheros sí se los abandona a su suerte. Que padezcan el ciclo económico, como se dice, unas veces con lluvias y otras sin ellas, unas veces con precios altos y otras con precios bajos. No, ministro, a ustedes los pusieron aquí para que enfrenten los ciclos. Ese es el gran debate.

Pobreza rural, 65 por ciento

El ministro nos presenta un agro perfecto. Pues yo les quiero dar las últimas cifras del gobierno sobre pobreza rural. Ya lleva ocho años el doctor Uribe y quiere otros cuatro. Es lo más curioso del mundo. Como fracasan, hay que reelegirlos. 2008, cifras oficiales, pobreza rural: 65 por ciento. Sesenta y cinco de cada cien habitantes en la zona rural viven en la pobreza. ¿Y saben cuánta es la indigencia? 32 por ciento. Y el ministro nos dice aquí que el agro está muy bien y que él quiere mucho a los campesinos. Yo he llegado a pensar que mucha gente quiere al gobierno, en medio de su confusión, porque han terminado concluyendo que maluco también es bueno. Como no hay plátano, se aprende a comer cáscara de plátano, y se sonríe. Dicen que Colombia es uno de los países más felices del mundo y probablemente sea cierto. Pero están comiendo cáscara de plátano, porque la miseria rural es espantosa.

Toco el tema de la panela. No sé cuantas veces haya hecho yo aquí este debate. Lo repetí en la zona del río Suárez ante una asamblea de más de mil paneleros. Les dije, ojo con lo del alcohol carburante, que el gobierno lo está manejando de manera irresponsable. La primera vez que habla el doctor Uribe de agrocombustibles es un 20 de julio, creo que del segundo año de gobierno. Promete alcohol carburante para los ingenios azucareros del Valle del Cauca. Y después arrancan a hacer demagogia diciendo que se iba a producir alcohol carburante en toda Colombia. En un pueblo a seis horas al sur de Neiva, allá en su tierra, senador Artunduaga, vinieron a contarme unos campesinos, senador, ya hemos sembrado harta caña, ¿pero ahora cómo montamos la planta de alcohol carburante? ¡Cómo así que el doctor Uribe va a todas partes a inaugurar lo que sea y nada importa! Llevo cinco años advirtiendo que el tema de la panela debe manejarse con absoluta responsabilidad para evitar la sobreproducción, porque a raíz de la crisis del café, mucha gente se pasó a la panela. Nadie habla por los paneleros en Colombia y el gobierno permite de una manera irresponsable que se traslade a la panela cuanto arruinado haya. Pues el gobierno se fue a hacer demagogia a la hoya del río Suárez para que se montara la destilería. Yo aquí hice la ironía. Dije que el doctor Uribe ponía tantas primeras piedras de esos ingenios, que lo que iban a terminar poniendo era una cantera. La situación actual es responsabilidad del Estado. ¡Cómo no van a ser responsabilidad del Estado unos campesinos que no tienen acceso a la literatura económica ni a la información, gente sencilla del común! ¿No es responsabilidad de los ministros y viceministros explicarles, educarlos, ayudarles?

Expliqué con cifras en la mano y muchas veces que las destilerías en la hoya del río Suárez no eran competititivas frente a los grandes ingenios del Valle del Cauca. Es la realidad, ministro, a no ser que ustedes subsidien a los del río Suárez, pero es lo que tampoco hacen. Es caña de ladera contra caña de tierra plana, monopolios contra pequeña producción, alta tecnología contra producción casi artesanal, ¿y son competitivos? Son puntos que yo he explicado aquí y el gobierno no puede alegar que no las sabe. Y siguen derritiendo azúcar. No se ha acabado con los derretideros.

Colombia tiene perdida la seguridad alimentaria

Y entre otras cosas, ¿por qué hay tanto cultivo de caña de azúcar en el Valle del Cauca? Porque como dedicaron al país a importar maíz, soya, algodón, sorgo, de todo lo que se producía en el Valle del Cauca, todo el mundo se tuvo que meter a la caña, senador Reyes, no hay otra alternativa distinta. Es el conjunto de la política agropecuaria lo que está fallando. Y vienen importaciones de jarabe de maíz y edulcorantes sintéticos e incluso están llegando importaciones de azúcar. La política agropecuaria debe ser vista en conjunto y yo no le voy a aceptar, ministro, que la coja y la parta en pedacitos. Todo se ve afectado por las medidas. La primera pregunta que le hago es por qué hay tanta caña sembrada en el Valle del Cauca. Por qué no hay maíz en esas tierras de primerísima calidad, mientras que importamos tres millones de toneladas.

Estamos importando diez millones de toneladas de comida y el ministro nos dice que está muy bien el agro. Informa que sobran algo así como cuatro y medio millones de hectáreas. A mi juicio, sobran seis. Pero lo que no explica es por qué con tanta tierra sobrante, estamos importando diez millones de toneladas de alimentos. ¿Por qué no producimos ahí el maíz y el trigo y la cebada que se están importando? Cuando ustedes aquí siguen afirmando que en Colombia no se puede sembrar trigo, en países como Australia vienen investigando cómo sembrar trigo en tierras más bien secas. Desarrollemos la ciencia y la tecnología, eso es lo que hay que hacer.

¿Qué no está perdida la seguridad alimentaria? Sí está perdida. Si en Colombia desaparecieran hoy las importaciones de trigo, no habría pan ni habría pastas. Las de maíz, no habría arepas pero tampoco pollos ni cerdos. Las de cebada, no habría cerveza, que de una u otra manera también es un alimento. Y eso que no ha llegado el TLC. Si algo ha fracasado en este gobierno es la política agraria. Casi se doblaron las importaciones de productos agropecuarios durante el gobierno de Álvaro Uribe, y nos dicen que quieren mucho a los campesinos. Y la indigencia aumentó, lo aclara Planeación Nacional, es decir, ustedes mismos, porque subieron los precios de los alimentos.

En la Comisión Quinta nos echaron ustedes el cuento de que era muy bueno importar la comida porque así se garantizaba que fuera barata. ¡Nada les importaba a ustedes que se arruinaran nuestros campesinos y nuestros empresarios con tal que llegara comida barata! Y resulta que se dispararon los precios internacionales de los alimentos y hay ocho millones de colombianos en la indigencia por culpa de la política oficial. Lo increíble es que fuera un ministro el ejecutor en buena medida de todo este desastre, un ministro que sale dizque de candidato a la Presidencia de la República, con este desastre. Y un viceministro al que ahora se sube a ministro. Qué tal. Qué es lo que les premian. Ahora el ministro me sacará unas cuentas mostrando que le dieron tres pesos al uno, cuatro pesos al otro. Pero aquí hay pruebas reinas. Estamos importando diez millones de toneladas de comida en un país en el que hay tierra de sobra, lo reconoce el mismo ministro, y agua de sobra y agricultores de sobra. Báilenme ese trompo en la uña. Y el gran negocio que nos están vendiendo es el del alcohol carburante, un negocio de subsidios. Que como hay tantas hectáreas de sobra, no importa cómo se utilicen, es en cierto sentido lo que arguye el ministro. Yo le replico: esas tierras que no se están utilizando bien deberían estar produciendo la comida que hoy se está importando, un razonamiento absolutamente elemental. Y el Ministro nos aduce: no, hay que producir alcohol carburante. Y en seguida nos echa el cuento de que producir agrocombustibles en otros países sí es malo, pero en Colombia no. Esa tesis, bastante parroquial, no figura en la literatura económica en ninguna parte. Tampoco la convalidan ni la ONU ni la OEA ni el Fondo Monetario Internacional, ni nadie. Y no lo pueden hacer porque no es cierta. Así haya tierra, la tierra sobra en términos relativos, porque si yo la meto a producir agrocombustibles, empiezo a competir por todos los recursos. Los agrocombustibles también compiten por el recurso crédito, deficitario en Colombia. Una parte grande de la comida no se está produciendo en Colombia porque el crédito se está yendo para los agrocombustibles, que también compiten por mano de obra. Pregúnteles a los cafeteros, ministro, y ellos le dirán que tienen con los palmeros un problema de competencia por los jornales. Usted sabe que es así. Entonces no me diga que no importa producir agrocombustibles, porque sí importa. Y ese es un debate que hay que desarrollar con toda la seriedad.

Antes de que usted fuera ministro, hice yo aquí un debate muy detallado sobre el asunto de los agrocombustibles. Y entre las citas que traje, leí un análisis del consejero económico y director del Departamento de Estudios del FMI, que no es el del Polo, el señor Simon Johnson. El alto funcionario explica con todo detalle por qué los precios de los agrocombustibles encarecen los alimentos, generan inflación y cómo la inflación golpea más a los países pobres, cómo la materia prima pesa mucho más en los precios de los alimentos, cómo la inflación exige políticas restrictivas, es decir, sube la tasa de interés, cómo todo eso termina afectando la tasa de cambio por la venida de dólares desde el exterior, y revalúa la moneda y afecta la competitividad de la producción. Lo expliqué ese día con todo detalle. No voy a repetir el cuento aquí porque me vuelvo muy largo. Pero eso es lo que explica el FMI, y ustedes nos dicen que aquí no pasa nada. No, aquí si pasa. Y con el agrodiesel va a ocurrir lo mismo.

Se abre el dique a mayores importaciones de comida

Quiero mencionar un último hecho, a mi juicio probablemente lo más grave de todo. Esto de los agrocombustibles se volvió la tabla de salvación para no mostrar un desastre agrario mayor. ¿Se imaginan cómo serían las cifras si no estuvieran las hectáreas sembradas de palma para agrocombustibles, ni las de caña de azúcar? Esto de los agrocombustibles es en últimas una política absurda en un país como Colombia, así en otro pueda tener alguna sensatez. Es una estrategia para poder abrirles camino a las importaciones de comida. Es la manera como pueden ocultar que estamos importando diez millones de toneladas de alimentos. Es así como están preparando al país para una mayor avalancha de productos importados. Ojo, arroceros. No solo está el contrabando, nos viene encima el TLC. El gobierno se empeña en imponerlo y van a inundar el país de arroz importando y los van a arruinar a todos ustedes. Eso está sabido desde hace mucho rato. Entonces el gobierno les dice, pásense para el alcohol carburante, que no es alimento, pásense para la palma, un negocio montado sobre subsidios. Es que esto no es asunto de menor cuantía. Lo que está en juego es el alimento, ministro. Si en el mundo estalla hoy una guerra mundial y se rompen las líneas de abastecimiento con Europa y con Estados Unidos, Colombia queda abocada a una hambruna. Los alimentos que queden podrían ser relativamente suficientes, pero habría un disparo de los precios tal que los pobres se morirían de hambre. El ministro, como gran cosa, dice que aquí producimos el ochenta por ciento de los alimentos. Y qué pasa si falta el veinte. ¿Y no son los alimentos fundamentales los que estamos importando? Porque aquí entonces el ministro nos va a meter en el mismo saco arracacha y trigo, ñame y arroz, o ñame y leche, o ñame y carne de cerdo. No, tampoco puede ser así la cosa. Esta política de agrocombustibles, que tiene tanto qué discutirle, tanto que calibrar, tanto que pensar, tiene unos fundamentos absolutamente deteriorados.

Insisto en mi preocupación principal: por qué aquí hay unos que tienen corona. Ahora, si la tuvieran en un producto en el que fuéramos competitivos, todavía, pero en agrocombustibles no somos competitivos. Ustedes todo el día lo atosigan a uno con que hay que ser competitivos y al país lo quieren especializar en productos agrarios en los que no somos competitivos a escala global y hasta con un dejo de irresponsabilidad, que ya denuncié. Quedó siendo obligatorio consumir en Colombia alcohol carburante y agrodiesel, incluso si es importado, senador Reyes. Aquí podríamos terminar en un absurdo todavía peor, y es que esta mezcla de combustible se terminara haciendo con alcohol de origen vegetal e ¡importado! Así es de absurda la política agraria colombiana.

Y un último punto. Otro día haremos el debate, pero quiero expresar desde ya mi más absoluto rechazo a esa idea absurda, ministro, en la que andan ustedes de venderles las tierras de Colombia a los extranjeros, o por lo menos una parte inmensa. Y andan vendiendo este país. El mundo está cerca de una crisis alimentaria, ya hubo un susto el año pasado. Ahí están bregando a comprar un millón de hectáreas unos extranjeros en Madagascar, aprovechándose de la pobreza de los africanos. La están comprando para producir comida en Madagascar y llevársela parar China, para Corea, o para donde sea. Aquí vamos a terminar vendiéndole las tierras del país a los extranjeros para que el día de mañana los extranjeros se lleven la comida que nos hace falta a los colombianos.

Miren ustedes la gravedad del asunto. Supóngase que un extranjero compra todas las tierras agrícolas de Colombia, para exagerar, y todo lo exporta. Con el TLC, Colombia no podría obligarlo a que dejara esa producción en el país, así hubiera un hambruna. Lo máximo que podríamos hacer es comprarle a precios del mercado. Y lo otro, a qué precios se va a ir la tierra si sigue esta especulación inmobiliaria con el suelo. La inflación de los suelos agrarios es uno de los problemas más graves. Ningún negocio agrícola da como debiera porque las tierras terminaron en cierto sentido con precios de mafioso. Y claro, hay tres o cuatro que se alegran muchísimo, senador Jaramillo, porque se están enriqueciendo con sus tierras, pero cómo se puede hacer agricultura con esos precios. A cómo se va a ir el precio del suelo si se lo empiezan a vender a los extranjeros y cuáles son las repercusiones de esa medida. Qué va a pasar con nuestros campesinos, con nuestros empresarios. El país se nos ha ido llenando de tierras que sólo sirven para negocios en buena medida de mafiosos o de especuladores. La persona a la que le sobra una plata decide comprar una tierra, no para producir en ella, sino para poner por ahí tres o cuatro vacas, pagar un mayordomo y esperar la valorización del suelo. Pero con tierra a esos precios no se puede hacer agricultura, porque se quiebra el agricultor.

El problema no es si le dieron diez pesos al uno o al otro. Aquí tenemos un problema estructural de fondo. El Gini de distribución de la tierra es uno de los peores del mundo. ¡Del mundo! No es un asunto de poca monta. Si nuestro campesinos se siguen muriendo de hambre, yo les pregunto a los productores urbanos, a los industriales, a quién le venden sus productos. Si nuestros campesinos se siguen muriendo de hambre, a quién se les venden las telas. Si los campesinos de la leche se siguen muriendo de hambre, a quién le venden los paneleros las panelas. Aquí hay un debate de fondo. Y el negocio de los agrocombustibles es en buena medida la punta del iceberg de lo mal que se maneja esto. Hay unos tres o cuatro que ganan, de eso no me cabe la menor duda. Pero porque un solo renglón crece ¿entonces ya todo está bien? No, ministro, el problema es bastante más complejo de lo que usted está planteando. Hay que interrelacionar un montón de cosas, pero al final el problema de fondo es que llevamos ocho años con el doctor Uribe en la Presidencia de la República y la indigencia rural es del 32 por ciento, y sigue subiendo. En los tres mejores años de la economía nacional en mucho tiempo, no por las hazañas de este gobierno, sino por los influjos de la economía mundial, creció la economía a tasas relativamente importantes. Y en ese mismo tiempo, aumentó la indigencia, junto con la concentración de la riqueza.

A los colombianos que nos oyen estos debates tenemos que decirles que, si se fijan y ponen cuidado, aquí estamos haciendo debates serios, de fondo. Qué hacemos con el agro. No producimos maíz en Colombia porque los gringos lo producen subsidiado más barato y eso al gobierno no le importa. Como no le importa si mañana llega el TLC y se acaba también la producción de leche en Colombia, porque son más baratas la gringa y la europea, y esta sí que es bien barata. Ahí vieron en estos días las fotos en El Tiempo. En Europa hay carrotanques votando leche, y el gobierno está firmando un TLC con Europa que nos va meter aquí esa leche sobrante. Muy mala la política, en resumen. Les hago un llamado cordial a los senadores uribistas. Sé que ustedes aquí no van a decir que están de acuerdo conmigo y menos en público, pero sí que por lo menos en privado pongan este tema. Qué vamos a hacer con este desastre. Ahí están los hechos. Usted sale y reparte unos centavos, ministro, y habrá gente que se ponga contenta. A un campesino bien pobre van y le dan un peso, imagínese la felicidad. Pero esto es mucho más complicado.

Hay que cambiar al país. Y no pueden seguir con el cuento de que cuando el Polo habla de cambios, entonces la solución de ustedes es meterle miedo a la gente. Esos del Polo son de las Farc, y listo. Entonces aquí resulta indiferente si se importa comida o no, si coeficiente Gini es alto o bajo, si la inversión extranjera aporta o no al progreso nacional. Y ahora nos sacaron otro caballito, y dicen, esos del Polo son de Chávez, y despachado el asunto. Ante la idea de cambiar un país que es un desastre, la táctica es meterle miedo a la gente. Ya el doctor Uribe descubrió que hay una conspiración mundial contra él, todo el planeta se unió contra el doctor Uribe, incluido el DAS y la Fiscalía. Todo el mundo. Y cualquiera que diga algo, entonces está en la conspiración o en el complot. La estrategia del miedo, como a niños chiquitos. Se toma la sopa o le traigo el coco. O aplaude este desastre de política agrícola o le traigo el coco. No, el coco es la tragedia que estamos viviendo aquí muchos colombianos.

Réplica a la intervención del ministro de Agricultura

No voy a reiterar el tema arrocero, porque estoy de acuerdo con todo lo dicho por el senador Mauricio Jaramillo. El Estado tiene que intervenir y no es llamando a un molinero a decirle, a ver, hombre, ayúdame. No, es con normas y con decisiones. Lo del contrabando y las importaciones es una vergüenza.

Aquí se suele afirmar que en Colombia no se puede sembrar trigo. No, aquí estamos importando trigo desde hace mucho rato porque a los gringos les sobra. Hay cifras que demuestran cómo en Colombia se produce trigo a menores costos que en Estados Unidos. Si usted les quita a los agricultores gringos los 70 y pico mil millones de dólares en subsidios, verá que es así.

Pero quiero examinar este enfoque más grueso, para no hacerme largo. Es claro que en el caso de los agrocombustibles hay una situación especial y que, en cambio, en los demás productos hay una especie de dejar hacer y dejar pasar. El ministro plantea una duda con respecto a los costos del alcohol y de la gasolina. Es muy fácil para entender lo que yo estoy diciendo. Quítenle 36 por ciento de impuestos a la gasolina y verán que es más caro el alcohol. Pero lo que hay en los agrocombustibles es una política estructural para que se produzcan, que tiene que ver con todo. Con los demás productos no. Usted dice, ministro, es que a los paneleros les dimos una plata y muestra una cifra. Y sin embargo, se están quebrando, o sea, es claro que la política no sirve. No, las medidas tienen que ser de fondo. Que es que a los arroceros les dimos una plata. Y se están quebrando. En cambio los de los agrocombustibles, esos sí no se quiebran, no importa cómo sea el negocio. Son maneras de enfocar las cosas.

Algunos colombianos preguntan cuál es la importancia de este debate. Lo primero, aclarar que empezó en 1990. El presidente César Gaviria Trujillo dijo que había que aplicar el neoliberalismo o la apertura o el libre comercio. Y algunos dijimos, si los aplican, destruyen el agro. Y otros llevan veinte años alegando que no pasa nada. Bueno, este es el mismo debate. El ministro nos dice, se produce mucha leche porque llovió mucho y nosotros tenemos que importarla porque los compromisos internacionales así nos lo imponen. Nosotros quisiéramos que se aplicara una política agropecuaria según la cual, si hay exceso de producción de leche, no se importa un solo litro, y se acabó el cuento. Porque es el colmo del absurdo que uno tenga la mayor sobreproducción de leche en mucho tiempo, no solo por las lluvias sino también por la miseria de la gente, que no toma leche, y el gobierno autorice importarla. Es un despropósito.

Pero aquí va a haber un problema mucho peor. El tema del maíz y los concentrados. El gobierno dice, no importa que haya que importar maíz porque esa es la manera de hacer concentrados. ¿Qué es lo que va a suceder? Que mañana, con el TLC, vienen las importaciones de pollo y de cerdo, y como no tenemos un desarrollo maicero en serio, nos vamos a arruinar en estos productos, porque nos terminan desplazando del mercado. Leí aquí análisis de la FAO que dicen con claridad que es prácticamente imposible sostener una industria cárnica si uno no tiene industria de cereales para abastecerla. Un pollo colombiano es un grano de maíz gringo con alas. Es un absurdo en política económica, y más si viene el TLC que ustedes negociaron. Usted, ministro, conoce bien las diferencias de costos de producción y de subsidios y de precios entre una y otra economía. Hay entonces un problema de enfoque. La política está terriblemente mal planteada. Cuando usted le dice al senador Reyes que lo que hacía el Idema ya no se puede porque la OMC nos cae, ¡esa es la discusión! Alcancé a oírle al ministro que estaban pesando otra vez en silos de almacenamiento, después que se destruyeron los silos del Idema, después de que se vendieron mal vendidos, ¡esta es una discusión que lleva veinte años! Ahora descubren lo que nosotros les dijimos hace veinte años que no podían hacer.

Cualquiera que estudie un poco estos asuntos sabe que ya está inventado cómo se maneja el agro. Basta mirar a Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón. Y aquí se hace exactamente lo contrario. Ese es el problema del neoliberalismo. Ese es el problema del libre comercio, que no se hace lo que hay que hacer, porque los gringos allá en la OMC nos imponen este tipo de prácticas, que ellos no cumplen. Aquí nos montan un alegato contra los subsidios nuestros, y ay de que protejamos siquiera mínimamente. Hay que acabar con el Idema porque es una orden de la OMC. Pero ¿Estados Unidos o Europa también han desmontado toda su infraestructura de protección a los productores agropecuarios? Por supuesto que no. Repito, ¡ese es el debate! La cuestión de fondo es que los hechos nos demuestran el fracaso de esta política, que usted aplica con todo entusiasmo, y las cifras no le dicen nada. Usted nos dice, en el 2005, durante este gobierno, se exportaron cinco millones de toneladas y en el 2008, bajaron a 4,4. No suben las exportaciones por una serie de causas de tipo estructural que ustedes tampoco modifican. Aquí el doctor Arias nos hacía dibujitos para probar que era mejor producir uchuvas que trigo y resulta que no hay quien nos compre las uchuvas. Es lo mismo que pasa con el banano. No hay a quién venderle un banano más en el mundo. En cambio sí tenemos el mercado interno del trigo y el maíz que consumen los colombianos, pero ustedes los importan como si fuera una genialidad.

Es un debate de fondo, porque usted qué saca con darles unos pesos a los paneleros si después los mete en una superproducción como la que están padeciendo. Aquí lo denunció el senador Reyes, que no es de la oposición. ¿Cómo van a aumentar cuatro mil hectáreas de caña en la hoya del río Suárez? Los revientan. Yo no le acepto a usted que el gobierno no pueda recomendar qué caer. No, ministro, esto es poniéndole el pecho a la brisa. Yo me fui a la hoya del río Suárez y les previne a los paneleros, ojo con lo que van a hacer, no siembren más, porque ese ingenio de alcohol carburante no les funciona. Y me costó unos votos, porque hubo gente que se paró a decir, ah, es que el senador Robledo está en contra de nosotros. Y yo les pregunto ahora a los cultivadores del río Suárez: ¿quién les dijo la verdad, el gobierno, que fue allá a inaugurar la primera piedra en medio de la fiesta y metió a los paneleros en esa sinsalida, o los que tuvimos el valor civil de advertirles que no fueran a hacerlo, así no nos lo entendieran en esa momento? Es el debate de fondo, porque lo que están en juego es cómo desarrollar a Colombia.

Hay astucias que yo le sugeriría a usted, ministro, que no hiciera. Como esa de que ahora han bajado un poco los precios de los alimentos, de lo que usted concluye que el alcohol carburante no sube los precios. No. Estamos hablando en términos relativos. Hay estudios de sobra en el mundo para mostrar cómo en Estados Unidos los agrocombustibles han subido los precios del maíz, lo que aquí influye en los precios del maíz, y de los cerdos, y del pollo y de todo, así los precios relativos puedan bajar un poco en algunos momentos, lo que no depende del gobierno ni se va a resolver soltando unas platas. Hay que hacer el esfuerzo de mantener el debate con todo rigor y no con frases efectistas, que logran enredar a unos cuantos que no entienden el problema, pero que no resisten análisis.

No es cierto que la terna presentada para elegir al presidente de la Federación de Cafeteros fuera una terna. No me voy a extender, aun cuando llevo treinta años echándole ojo al tema, pero es difícil encontrar una persona más detestada por los caficultores de Colombia que una de las que figuraba en la terna. Fue el presidente Uribe burlándose de la gente de la Federación de Cafeteros. Todos sabemos de quién estamos hablando. Tenía yo más posibilidades de que me aceptaran en esa terna, porque yo he defendido toda mi vida las instituciones cafeteras. En cambio, este otro personaje hizo hasta lo imposible por destruirlas.


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